La historia de WeWork, la empresa que prometía revolucionar el concepto de oficina, es un relato de ascenso meteórico y caída abrupta. Fundada en 2010 por el empresario israelí Adam Neumann, WeWork se convirtió en una startup con una muy alta valoración de mercado en Estados Unidos. Sin embargo, tras una serie de decisiones audaces y una gestión controvertida, la compañía se encuentra ahora en bancarrota.
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WeWork introdujo el modelo de coworking, ofreciendo espacios de trabajo compartidos en todo el mundo. Y partiendo de esta premisa, Neumann, conocido por su estilo de vida extravagante y sus excentricidades, atrajo a inversores de primera categoría, incluido el magnate japonés Masayoshi Son.
Aunque WeWork se presentaba como una start-up tecnológica, su modelo de negocio era esencialmente inmobiliario. La empresa expandió su presencia a 120 ciudades en múltiples países, lo que le ayudó a recaudar enormes sumas de dinero y alcanzar una valoración de mercado de US$47,000 millones en 2019.
El carisma de Neumann no pudo evitar los problemas internos. Sus excentricidades y decisiones arriesgadas comenzaron a afectar la credibilidad de la empresa. En 2019, Neumann renunció como CEO y WeWork enfrentó dificultades financieras, hasta que finalmente la empresa no pudo hacer frente a su deuda.
Luego de todos estos escándalos, este lunes WeWork se declaró en bancarrota en Estados Unidos y Canadá, lo cual le otorga protección legal mientras intenta reestructurar su enorme deuda. Su valor actual en el mercado es de menos de US$50 millones, una fracción de su antigua gloria.
Aunque la quiebra afectará las operaciones en Estados Unidos y Canadá, WeWork asegura que continuará prestando servicios en otras partes del mundo.