Las creencias erróneas sobre la alimentación se propagan con facilidad, y a pesar de los avances en la investigación científica, muchas persisten en la cultura popular. Frases como “todo lo fresco es mejor” o “las grasas deben evitarse a toda costa” se escuchan en conversaciones cotidianas y redes sociales sin un fundamento real. A continuación, exploramos algunos de los mitos más persistentes sobre nutrición y la evidencia científica que los desmiente.
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1. La frescura no siempre es sinónimo de salud
Un mito común es que las frutas y verduras frescas son siempre más saludables que las versiones enlatadas, congeladas o deshidratadas. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que estos productos pueden mantener un perfil nutricional similar al de sus contrapartes frescas, lo que significa que no hay razón para descartar las opciones enlatadas o congeladas.
2. La grasa no es enemiga
Durante décadas, la grasa ha sido demonizada en la alimentación, especialmente después de estudios que asociaban dietas altas en grasas con niveles elevados de colesterol. Aunque es cierto que algunas grasas son perjudiciales, el consenso actual es que no toda la grasa es mala. De hecho, las grasas saludables son esenciales para una dieta equilibrada.
3. Más allá de las calorías
La noción de que el control de peso se reduce a la ecuación de calorías ingeridas menos calorías gastadas ha sido ampliamente aceptada. Sin embargo, expertos como Dariush Mozaffarian de la Universidad Tufts argumentan que la composición y el tipo de alimentos consumidos juegan un papel crucial en el desarrollo del sobrepeso a largo plazo.
4. Frutas y diabetes: Un malentendido
La restricción del consumo de frutas entre personas con diabetes tipo 2 se basa en confusiones sobre los jugos azucarados. Diversos estudios demuestran que las frutas enteras, como arándanos, uvas y manzanas, no solo no elevan el riesgo de diabetes, sino que también pueden ayudar en su prevención y manejo.
5. Leche vegetal vs leche de vaca
Se ha popularizado la idea de que las leches vegetales son más saludables que la leche de vaca. Sin embargo, según Kathleen Merrigan, profesora en la Universidad Estatal de Arizona, estas alternativas suelen tener menos proteínas por porción y pueden contener sodio, azúcares y otros aditivos poco saludables.
6. Las papas blancas no son villanas
La papa blanca ha sido objeto de críticas debido a su alto índice glucémico. No obstante, Daphene Altema-Johnson del Centro Johns Hopkins explica que una preparación adecuada (como hornear o hervir) y consumirlas con piel puede aportar vitaminas C y potasio, así como fibra y otros nutrientes beneficiosos.
7. Introducción temprana al maní
Durante años, se recomendó evitar alimentos alergénicos como el maní en la dieta de los niños pequeños. Sin embargo, la tendencia actual favorece su introducción temprana (desde los cuatro a seis meses) siempre que el bebé no tenga alergias diagnosticadas o eccema severo.
8. La proteína vegetal es completa
La idea de que las proteínas de origen vegetal son "incompletas" ha generado dudas entre quienes siguen dietas veganas o vegetarianas. Sin embargo, una combinación adecuada de diferentes fuentes vegetales puede proporcionar todos los aminoácidos esenciales necesarios para una nutrición óptima. Es fundamental cuestionar los mitos sobre la nutrición y basar nuestras decisiones alimenticias en evidencia científica.