Hace cuatro años el fútbol se estremecía con la llegada de la Superliga Europea (ESL), torneo que prometía plazas garantizadas y jugosas recompensas financieras, estimadas en más de 10 mil millones de euros en pagos de solidaridad y bonos. Después de ese lanzamiento en abrir de 2021, el proyecto enfrenó sus primeros desafíos con críticas por parte de aficionados, jugadores, la UEFA, la FIFA y muchos clubes.
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En los últimos, La presencia de Joan Laporta en la asamblea de la antigua ECA, ahora convertida en la nueva EFC y presidida por Nasser Al Khelaifi, presidente del Paris Saint-Germain, ha generado una fuerte controversia en el mundo del fútbol europeo. Este gesto, interpretado por muchos como una muestra de acercamiento a la UEFA, ha sido visto con recelo por los defensores de la Superliga.
Esta acciones del presidente del Barcelona son consideradas como una traición a los principios que originalmente motivaron la creación del nuevo torneo, precedido por Florentino Pérez. Las posiciones de Laporta como del mandatorio del PSG deja en entendimiento que las posibilidades de un posible acuerdo entre UEFA y la Superliga son prácticamente imposibles.
Superliga va a los tribunales
Las reuniones y contactos que ambas partes habían mantenido en los últimos meses, buscando tender puentes o al menos reducir tensiones, parecen haberse desvanecido sin dejar frutos concretos. La división entre los modelos de gestión del fútbol europeo sigue siendo profunda, y cada gesto, como el de Laporta, no hace más que recalcar lo difícil que será alcanzar una solución consensuada en el corto plazo.
Esto dejaría a la Superliga Europea inclinarse por una la vía judicial. De hecho, la Audiencia Provincial de Madrid debe emitir un veredicto en los próximos días respecto a la posición dominante de la UEFA, de acuerdo con el reporte de Marca.