El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a acaparar los titulares en su visita oficial al Reino Unido, luego de cometer lo que algunos califican como “incursiones protocolarias” durante eventos con el rey Carlos III y la monarquía británica.
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A pesar de los detalles que rodean esta visita de Estado, ciertos gestos de Trump sobrepasaron citas estrictamente protocolares, desatando murmullos en medios, redes sociales y círculos diplomáticos.
¿Cuáles fueron las faltas de Donald Trump?
Durante su recibimiento en el Castillo de Windsor, donde fue recibido por el rey Carlos III, Donald caminó delante del monarca al pasar revista a la Guardia Real. Este tipo de desfile exige que los invitados se mantengan al mismo ritmo o ligeramente detrás del soberano según los estándares oficiales.
La segunda ocasión que levantó polémica fue cuando Trump le dio palmadas en la espalda al rey Carlos III. En la tradición real británica, cualquier contacto físico debe ser muy controlado; se espera que sea el miembro de la realeza quien inicie estos gestos, si es que los permite.
Palmaditas como esas, vistas por muchos como un gesto amistoso, fueron interpretadas por otros como una invasión del espacio personal del monarca.
¿Por qué Trump parece ignorar las reglas?
Este no es el primer episodio de Trump usurpando protocolos reales. Durante su primera visita de Estado en 2019, con la reina Isabel II en Buckingham, fue criticado también por caminar delante de ella en alguna ceremonia similar.
Algunos analistas creen que este tipo de gestos podrían responder a la personalidad del republicano, con gusto por el protagonismo y la escena visible, más que a una intención consciente de ofender.
En su narrativa y estilo muchas veces lo que importa no es sólo lo que se dice, sino cómo se ve que sucede. La pompa real, el protocolo, los gestos simbólicos; todo forma parte de un espectáculo diplomático donde él parece sentirse cómodo, incluso si eso implica saltarse las reglas.
Hasta ahora, desde Palacio de Buckingham no se ha emitido un comunicado oficial que condene estos actos. Eso sugiere que las autoridades británicas podrían considerarlos deslices menores, faltas inocuas dentro del marco ceremonial que no ameritan sanción.