Micah Parsons regresará al AT&T Stadium con una camiseta distinta y bajo un ambiente cargado de emociones. El estelar pass rusher, ahora jugador de los Green Bay Packers, enfrenta este domingo por la noche a los Dallas Cowboys y a su amigo Dak Prescott, en lo que será uno de los encuentros más llamativos de la temporada.
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Tras ser pieza fundamental en la defensa de los texanos, Parsons se prepara para experimentar por primera vez cómo es volver a Dallas como rival, con una mezcla de emociones, profesionalismo y expectación.
Micah Parsons y el reencuentro con Dak Prescott
En declaraciones a la agencia AP, Parsons admitió que derribar a Prescott sería “doloroso”, pues más allá de la rivalidad deportiva existe una relación personal y de respeto. El apoyador reconoció a su exmariscal como un mentor en sus primeras temporadas y confesó que ambos habían hablado en el pasado sobre lo que significaría enfrentarse en un duelo oficial. Aun así, no escondió su entusiasmo: “Él siempre me dijo que si llegaba este momento sería un gran reto, así que estoy emocionado de ver qué nos depara el domingo”.
La narrativa se hace más intensa porque Parsons llega liderando la defensa de un equipo que depositó en él buena parte de sus aspiraciones al Super Bowl. Su llegada a los Packers se concretó tras un inesperado traspaso de Jerry Jones, propietario de los Cowboys, quien decidió ceder al dos veces All-Pro una semana antes del arranque de la temporada debido a una disputa contractual que parecía no tener solución. Green Bay no escatimó recursos y firmó al linebacker por cuatro años y 188 millones de dólares, con 136 millones garantizados, lo que lo convirtió en el jugador no mariscal de campo mejor pagado en la historia de la NFL.
Dallas extraña a su exestrella defensiva
La ausencia de Parsons ha sido evidente en Dallas. Sin su presencia, la defensa texana ha pasado a ser una de las más vulnerables de la liga, permitiendo en promedio 397.7 yardas por partido, con un alarmante registro de 288 por aire y 30.7 puntos en contra, números impropios de un equipo que aspiraba a playoffs. La salida del linebacker dejó un vacío tanto de liderazgo como de intensidad que los Cowboys aún no logran cubrir.
Por el contrario, Parsons llegó a Green Bay con impacto inmediato. A pesar de perderse el campamento de entrenamiento y unirse apenas días antes del debut, fue decisivo en la victoria inaugural frente a Detroit, bicampeón de la NFC Norte. Posteriormente, los Packers superaron a Washington y solo han caído en un cerrado duelo en Cleveland. A sus 26 años, el defensor parece haber encontrado en Wisconsin un nuevo hogar competitivo, y ha destacado el ambiente positivo en vestuarios, destacando la unidad y el deseo de triunfar entre sus compañeros.
Sin embargo, ni la magnitud de su contrato ni la distancia con su pasado atenúan la trascendencia de este regreso. Parsons pisa el AT&T Stadium consciente de que no será un partido más, pese a que intente quitarle dramatismo y lo defina como “solo otro juego”. Para los aficionados de Dallas, verlo del lado contrario será una imagen difícil de digerir. Para Green Bay, es la confirmación de que cuentan con una superestrella capaz de cambiar el rumbo de la temporada.
El domingo por la noche no será solo una prueba de fuerza entre Cowboys y Packers, sino también un reencuentro que mezcla nostalgia, rivalidad y el recuerdo de lo que representó Micah Parsons para Dallas.