Este miércoles se disputó el cruce de vuelta de los octavos de final de la Copa Conmebol Sudamericana entre Independiente de Avellaneda de Argentina y la Universidad de Chile en el Estadio Libertadores de América.
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Sin embargo, este encuentro no llegó a los noventa minutos, pues, durante el segundo tiempo, inició un conflicto entre las barras de ambos equipos, por lo que el árbitro tuvo que suspender el encuentro.
Lo que se presentaba como una definición intensa quedó marcado por la violencia. Con el marcador 1-1 (ventaja de 1-2 para la visita), hinchas de la 'U' arrojaron proyectiles, como piedras, butacas, partes de baños e, incluso, restos de inodoros desde la bandeja superior hacia los hinchas de Independiente abajo. También estallaron bombas de estruendo, generando pánico y corridas en las tribunas.
Los disturbios no paran
Las autoridades activaron el protocolo de seguridad y el árbitro uruguayo Gustavo Tejera detuvo el partido. La voz del estadio ordenó el desalojo inmediato de la parcialidad chilena, mientras se advertía de posibles sanciones al club si los actos violentos persistían.
Pese a los intentos de control, parte de la barra disidente de Independiente ingresó a la tribuna donde aún quedaban hinchas de visitantes. Allí se desató un enfrentamiento físico, con agresiones directas.
El despliegue de seguridad fue notable: alrededor de 650 efectivos policiales y más de 150 agentes de seguridad privada. Sin embargo, estos disturbios ocurrieron donde no había una presencia de agentes de seguridad.
Heridos de gravedad
Cabe destacar que han sido reportados varios heridos de gravedad, algunos tendidos en las tribunas del estadio. De momento, las autoridades y el cuerpo de asistencia médica no han ofrecido cifras exactas.
Las consecuencias podrían ser severas. La Conmebol y las autoridades del partido evalúan sanciones para la U de Chile, que podría enfrentar suspendidos de excepción, fuertes multas económicas y hasta bloqueo de público visitante en futuras competiciones.