La temporada 2025 de Grandes Ligas dejó una lectura clara: estar todos los días en el terreno no siempre significa marcar la diferencia. Entre los casos más llamativos aparecen varias figuras venezolanas que, pese a su constancia en el lineup, no lograron traducir esa presencia en un aporte de peso para sus equipos. Luis Arráez, José Altuve, Salvador Pérez y Wilmer Flores acumularon una gran cantidad de partidos, pero cerraron el año con un WAR discreto.
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Arráez disputó 154 encuentros y, aunque mantuvo su sello como un bateador de contacto de élite, su producción global quedó en apenas 1.3 WAR. La razón está en la defensa: su limitada capacidad en el campo resta valor a lo mucho que aporta con el madero. Una situación parecida se vivió con Altuve, quien jugó 155 partidos y todavía responde en ofensiva, pero su rango defensivo ya no es el mismo y eso se refleja en su bajo 0.5 de WAR.
La defensa pasa factura
El caso de Salvador Pérez también evidencia esa tendencia. Con 155 compromisos disputados, el receptor de los Reales mostró que conserva poder en el bate, pero su aporte detrás del plato ya no tiene el impacto de otras épocas, lo que dejó su WAR en apenas 0.4. Wilmer Flores, por su parte, jugó 125 partidos con los Gigantes, pero su producción ofensiva no alcanzó para compensar las limitaciones en el resto de las facetas, cerrando con apenas 0.3 WAR.
Más allá de los nombres, estos ejemplos refuerzan la importancia del WAR como métrica integral en el beisbol moderno. Ya no se trata solo de jugar todos los días o acumular estadísticas tradicionales, sino de cuánto valor real se genera para el equipo. En ese aspecto, 2025 fue una campaña que expuso a varias figuras venezolanas y mostró que la constancia en el calendario, por sí sola, no asegura impacto dentro del diamante.