Tras un inicio de temporada que ilusionó a toda Venezuela con la posibilidad de verlo alcanzar la histórica marca de 50 jonrones, su rendimiento ha caído drásticamente. Los números no mienten, y las estadísticas recientes pintan un panorama preocupante para el antesalista.
Un derrumbe ofensivo: los números que preocupan
El declive de Suárez es evidente al analizar sus cifras. En los últimos 41 partidos, su rendimiento ha estado muy por debajo de los estándares que un jugador de su calibre ha establecido. Con solo 26 imparables en 170 turnos, su promedio de bateo se desplomó a un alarmante .170. Para poner esto en perspectiva, el promedio de bateo de la liga en las Grandes Ligas suele rondar los .240, lo que significa que Suárez está bateando casi 70 puntos por debajo del promedio.
Pero el problema no se detiene ahí. Su OPS (porcentaje de embasarse más slugging), una métrica clave para evaluar la producción ofensiva, se sitúa en un bajo .633. Esta cifra está muy por debajo de su promedio de carrera de .780, y de la media de la liga de .720. Estos números no solo reflejan una falta de contacto, sino también una menor capacidad para embasarse y para conectar batazos extrabase.
El poder sigue ahí, pero ¿a qué costo?
A pesar de las dificultades, hay un dato que nos recuerda el potencial de Suárez: sus 9 cuadrangulares en este tramo. Esta cifra demuestra que su fuerza sigue intacta y que el bateo de poder no ha desaparecido. Sin embargo, la otra cara de la moneda son los 60 ponches que ha acumulado en el mismo período. Esta alta tasa de ponches subraya un problema de contacto y una falta de consistencia en el plato.
Históricamente, Suárez ha sido un bateador propenso a los ponches. De hecho, lideró la Liga Americana en ponches en 2019 con 189, y en 2021 con 185. Sin embargo, en sus mejores temporadas, su habilidad para conectar jonrones compensaba esta debilidad. Ahora, sin el mismo nivel de producción ofensiva general, los ponches se han convertido en un problema mayor.
El reto de la confianza
El principal desafío para Suárez es reencontrarse con su mejor versión. La caída en su rendimiento ofensivo tras el cambio de equipo no es inusual en el béisbol, ya que el ajuste a un nuevo ambiente, una nueva ciudad y un nuevo grupo de compañeros puede ser mentalmente agotador.
La capacidad de Suárez para producir batazos largos no está en duda. Su tasa de "barril" (la combinación ideal de velocidad de salida y ángulo de lanzamiento para un extrabase) sigue siendo alta, lo que indica que cuando hace contacto sólido, la pelota viaja con fuerza. Lo que necesita es ajustar su enfoque en el plato para mejorar la consistencia y la frecuencia de ese contacto. Recuperar la confianza y encontrar una rutina que le funcione serán claves para que Suárez vuelva a ser la amenaza constante que todos conocemos.