Si hay algo que caracteriza enormemente a Miguel Cabrera es su calidez humana y humildad. A lo largo de sus 20 temporadas en las Grandes Ligas ha hecho amistad con cientos de personas, pero hay una en especial que hasta el día de hoy brilla como ninguna otra, y no es otra sino la que tiene con Adrián González.
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El californiano de ascendencia mexicana llegó a la organización de los Marlins de Florida como el primer jugador de cuadro en ser primera selección general del draft en el año 2000 y con un bono de 3 millones de dólares. Miggy, por su parte, fue firmado por 1,8 millones de dólares en 1999 como agente libre aficionado, esto luego de impresionar a los representantes del equipo en un campamento realizado en Guacara.
Con realidades diferentes, pero con la misma pasión por el beisbol, el camino de ambos jóvenes se iba a cruzar justamente en los primeros entrenamientos de la temporada 2000. Apenas siendo unos adolescentes, el futuro Tigre Mayor y el Titán iniciaron esa estrecha relación como compañeros de habitación para, tiempo después, volverse prácticamente inseparables.
Una de las anécdotas más especiales que ha llegado a contar Miguel sobre sus primeros años junto a Adrián aconteció en la temporada 2001. En ese entonces, ambos jugadores se pusieron de acuerdo para alquilar un sótano a una señora para vivir ahí durante su transitar en Ligas Menores. ¿Pero por qué dos grandes prospectos de beisbol tomarían semejante decisión?
El propio maracayero explicó que lo hacían para motivarse y saber que todo lo debían ganar con esfuerzo. De hecho, el mismo mexicano llegó a reconocer que tenían los recursos para vivir en un lugar con mejores comodidades, pero dicha elección la hicieron para entender el significado de ganarse las cosas con humildad.
González con 18 años y Cabrera con 17 iniciaron su accionar en la Rookie League, para posteriormente ir ganándose los ascensos a Clase-A y Doble-A. Sin embargo, el destino separó sus caminos en el 2003, cuando los Marlins cambiaron al mexicano a los Rangers de Texas en una negociación que incluyó al venezolano Ugueth Urbina.
Si bien el debut en la MLB de Miggy ocurrió en dicho año, sorprendiendo a más de uno en la Serie Mundial, Adrián debió esperar hasta 2004 para hacerlo también. Pese a que nunca lograron jugar juntos en las Mayores, la amistad entre ambos trascendió los terrenos de juego, al punto de que cada uno fue el padrino de bodas del otro.
"Adrián es uno de mis mejores amigos", ha reconocido el criollo cada vez que puede. ¿Y cómo no forjar una increíble amistad con alguien que lo ayudó a adaptarse en los Estados Unidos, a aprender el idioma y la cultura del país? Situaciones como esta no hacen más que agigantar la figura humana de una leyenda viviente del mejor beisbol del mundo.