Carlos Colón | @carlosac1_
8.1 innings. Eso fue lo que duró la historia de Tyler Anderson, quién estuvo lanzando por ese lapso un no hit no run hasta que Shohei Ohtani apareció a arruinar la noche.
El japonés, en su acto de superestrella, se vistió de héroe para el equipo localizado a las afuera de Los Ángeles, pero de villano para aquellos fanáticos que hacían de locales.
Una línea tendida al jardín derecho fue lo que puso punto y final a la hazaña que completaba el zurdo de los Dodgers.
Shohei Ohtani conectó el batazo, y con el esfuerzo sobrehumano que hizo Mookie Betts aprovechó para acreditarse un triple y luego anotar la única carrera del encuentro.