El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado que a partir del miércoles 4 de junio, los aranceles sobre el acero y el aluminio se incrementarán del 25% al 50%. Esta medida busca fortalecer las industrias nacionales de estos metales y es parte de la estrategia del mandatario para revitalizar la producción local.
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Justificación del aumento
Durante un mitin en una planta de U.S. Steel en Pittsburgh, Pensilvania, Trump enfatizó la importancia de esta decisión para los trabajadores del sector. "Es para mí un gran honor elevar los aranceles sobre el acero y el aluminio del 25% al 50%," publicó en su red social Truth Social. Además, destacó que "nuestras industrias de acero y aluminio están volviendo como nunca antes", lo que refleja su optimismo sobre el futuro de estas industrias en el país.
Origen de la medida
El presidente reveló que inicialmente consideró aumentar los aranceles al 40%, pero tras recibir solicitudes de ejecutivos del sector, decidió elevar la cifra al 50%. Esta decisión se produce en un contexto donde las industrias del acero y aluminio están buscando recuperarse tras años de desafíos económicos.
Contexto legal
El anuncio de Trump se produce un día después de que una Corte de Apelaciones levantara parte del bloqueo impuesto por el Tribunal de Comercio Internacional sobre varias medidas arancelarias anteriores. Aunque esta decisión no afecta directamente los nuevos aranceles al acero, sí desbloqueó otras tarifas anunciadas previamente, incluyendo un arancel global del 10% para casi todos los socios comerciales de EEUU.
Negociaciones en curso
Algunos de los aranceles previamente establecidos quedaron congelados hasta julio mientras se llevan a cabo negociaciones bilaterales. La administración Trump continúa evaluando cómo estas medidas impactarán en las relaciones comerciales con otros países y en el mercado interno.
La reacción del sector ha sido mixta. Mientras algunos ejecutivos ven el aumento como una oportunidad para fortalecer la industria nacional, otros temen que estas políticas puedan provocar represalias de otros países y afectar negativamente a los consumidores estadounidenses.