Los presidentes de Estados Unidos y China, Donald Trump y Xi Jinping, se preparan para formalizar un acuerdo crucial que permitirá a TikTok continuar operando en territorio estadounidense. La reunión está programada para el 30 de octubre en Corea del Sur, durante la última etapa de la gira asiática de Trump. Este encuentro no solo tiene como objetivo consolidar el futuro de la popular aplicación, sino también aliviar las tensiones recientes entre ambas naciones.
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El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó el avance del acuerdo en declaraciones a CBS News. “Hemos llegado a un acuerdo definitivo sobre TikTok. Firmamos uno en Madrid, y creo que a partir de hoy todos los detalles están resueltos”, afirmó Bessent, quien lideró las negociaciones con su contraparte china. Este acuerdo surge en un contexto de creciente fricción comercial, especialmente tras las restricciones impuestas por Pekín sobre la exportación de tierras raras.
El pacto entre Washington y ByteDance, la empresa matriz de TikTok, fue alcanzado en septiembre con el respaldo del gobierno chino. Este acuerdo busca cumplir con una ley aprobada por el Congreso estadounidense en 2024 que obligaba a la aplicación a cesar operaciones en EEUU si no se desvinculaba de su control chino por razones de seguridad nacional.
Creación de una nueva empresa conjunta
El plan contempla la creación de una nueva empresa conjunta, donde la mayoría del capital será estadounidense y ByteDance conservará un 20% de participación. Esta estructura está diseñada para limitar el acceso del gobierno chino a los servidores que almacenan datos de los usuarios, lo cual es una preocupación central para la administración estadounidense.
Como parte del acuerdo, Oracle asumirá la responsabilidad de supervisar el algoritmo de TikTok y gestionar la información almacenada en los servidores. Aunque Washington no ha revelado los detalles financieros del pacto, Bessent se centró en asegurar la aprobación china durante su entrevista, indicando que su misión era facilitar este consenso.
Este acuerdo representa un paso significativo hacia la estabilidad en las relaciones comerciales entre EEUU y China, así como un intento de abordar las preocupaciones sobre la seguridad nacional relacionadas con aplicaciones tecnológicas extranjeras.