Un iPhone que salió volando de un vuelo a más de 5.000 metros de altura logró desafiar todas las expectativas al ser encontrado en perfecto estado y completamente operativo. Este sorprendente episodio ocurrió durante el vuelo 182 de Alaska Airlines, cuando un panel en el fuselaje explotó, lanzando al vacío diversas pertenencias de los pasajeros.
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Sean Bates, residente de Vancouver (Washington), se convirtió en el protagonista de esta historia al descubrir el iPhone cerca de una ruta, debajo de un arbusto, luego de que la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte instara a la población local a buscar posibles restos del avión. Sorprendentemente, el teléfono aún estaba en modo avión, con un recibo de equipaje de Alaska Airlines en la pantalla.
A pesar de haber caído desde una altitud de aproximadamente 5.000 metros, el iPhone desafiante no mostraba signos de daño significativo. La resistencia del aire desempeñó un papel crucial en este milagro, ya que, según el astrofísico Duncan Watts, el dispositivo alcanzó su velocidad terminal después de un período de caída libre. Esta velocidad terminal, alrededor de 48.28 kilómetros por hora si cae boca abajo, permitió que el iPhone no sufriera mayores daños durante su descenso.
Además, el hecho de que el teléfono aterrizara en un área cubierta de follaje y hierba contribuyó a su sorprendente supervivencia. El impacto en una superficie más dura, como la ruta de cemento cercana, podría haber resultado en la destrucción total del dispositivo.
Este hallazgo desafía las pruebas de resistencia a los golpes, incluso las propias de Apple, y destaca la capacidad de los iPhones para resistir condiciones extremas. En el mundo de la telefonía móvil, este caso se une a otros episodios notables donde los iPhones han demostrado su durabilidad, desafiando las expectativas y dejando atónitos a los usuarios.