En una jugada estratégica que ha dejado a muchos con la boca abierta, el seleccionador de Brasil, Carlo Ancelotti, ha lanzado una lista de convocados para la última fecha FIFA de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial de 2026 que rompe con lo establecido.
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Dejando a varias de sus principales figuras fuera de la convocatoria, el técnico italiano ha dejado claro que su enfoque va más allá del resultado inmediato y se centra en la construcción de un equipo robusto para el futuro.
Deja fuera a las estrellas
La sorpresa ha sido mayúscula. Nombres como Neymar Jr., Rodrygo y Vinícius Jr., pilares de la "Canarinha" en los últimos años, no figuran en la lista final. Esta decisión, lejos de ser un castigo o una señal de bajo rendimiento, responde a un plan bien definido por Ancelotti.
Tras anunciar su elección, el estratega fue claro en sus declaraciones. Su principal objetivo es dar la oportunidad a talentos del fútbol local, con la finalidad de conocer a fondo a jugadores del Brasileirao que están rindiendo a un alto nivel y que podrían convertirse en piezas clave para el próximo ciclo mundialista.
El laboratorio de Ancelotti
Ahora bien, la ausencia de las figuras habituales abre un abanico de posibilidades tácticas para los próximos encuentros ante Chile y Bolivia. Carlo Ancelotti tendrá la oportunidad de experimentar con diferentes esquemas y formaciones, probando la adaptabilidad de sus nuevos convocados en un entorno de alta presión.
Estos partidos no son solo una formalidad; son una valiosa oportunidad para que el seleccionador observe la química entre los jugadores, su capacidad de respuesta a diferentes situaciones de juego y su rendimiento bajo el escrutinio de la afición.
La decisión de Ancelotti es un arma de doble filo. Por un lado, podría sentar las bases para un equipo más profundo y versátil de cara al Mundial de 2026. Por otro, la ausencia de las estrellas podría impactar en la cohesión y en la confianza de los jugadores habituales.
Sin embargo, el historial del técnico italiano y su capacidad para gestionar vestuarios llenos de egos sugieren que este movimiento no es impulsivo, sino una parte calculada de un plan maestro.