Dunga recibió un nuevo reconocimiento a su trayectoria al ser incluido en el Salón de la Fama del Fútbol de Pachuca, y allí habló con franqueza sobre su visión del fútbol y de la Selección de Brasil. Lejos del glamour que suele rodear a las grandes figuras, el ex capitán del campeón del mundo en 1994 mantiene un perfil sencillo y se muestra más centrado en sus proyectos sociales que en volver a los banquillos.
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Para él, el fútbol no se limita a lo que ocurre en el campo: es una oportunidad para influir positivamente en la gente y generar cambios reales, algo que considera parte de la responsabilidad de cualquier jugador.
En la conversación con Diario Marca también dejó claro que el deporte enseña valores que van más allá del resultado. Dunga insistió en que perder o ganar forma parte de la vida y que, cuanto más alto llega un futbolista, mayor es la exigencia por mantenerse allí. Por eso lamenta que muchos jóvenes solo imiten los gestos superficiales de sus ídolos y no los valores que realmente importan, como el esfuerzo, la disciplina y el respeto por las normas, especialmente cuando la mirada de los niños está puesta en ellos.
A mitad de la entrevista, surgió inevitablemente el tema de Vinicius Junior, una figura central del fútbol brasileño actual.
Un líder dentro del campo, no del vestuario
Dunga fue contundente al definir el rol de Vinicius: lo ve como un líder futbolístico, alguien que marca diferencias con la pelota, pero no como el tipo de figura que ordena, une y guía un vestuario. Para él, cargarlo con esa responsabilidad no solo sería injusto, sino contraproducente. Recordó que en el Real Madrid Vini puede dedicarse exclusivamente a jugar porque allí existen otros líderes naturales, mientras que en Brasil esa estructura todavía no está tan clara. Por eso señaló a Casemiro como la pieza que podría ocupar ese vacío.
El ex seleccionador también analizó otros nombres propios, como Rodrygo y Endrick, dos jóvenes a los que ve necesitados de minutos para no frenar su crecimiento. Considera que el futbolista brasileño sufre cuando no juega y que adaptarse a nuevos entornos o entrenadores requiere tiempo, algo que no siempre se respeta. En el caso de Endrick, fue aún más directo: un jugador joven no puede desarrollarse sin continuidad, del mismo modo que un piloto no madura sin horas de vuelo.
Ya hacia el final, Dunga amplió su mirada al panorama internacional. Reconoció que hoy España, Francia y Argentina están un paso por delante de Brasil, aunque todo puede cambiar en pocos meses. Aun así, confía en que una racha de buenos resultados podría devolverle seguridad al equipo, especialmente porque Brasil siempre parte entre las favoritas.