La NBA puede ser un lugar muy duro y una trituradora de talentos si no la tomas con la mayor seriedad posible. De esto puede dar testimonio Darko Milicic, quien pasó de ser una prometedora estrella, en el mejor baloncesto del mundo, a dedicarse a la siembra de ciruelos en su finca.
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El serbio se llevó muchos reflectores, por allá en el año 2003, en el que ocupó el puesto número 2 en el draft de la NBA, con 18 años, solo detrás de un tal Lebron James y adelantando a figuras de la talla como: Carmelo Anthony, Chris Bosh y Dwynane Wade. En ese momento, las expectativas estaban puestas sobre él, pero el paso de los años no le deparó una carrera con los mismo mimbres que las otras leyendas que salieron de esa misma edición de escogencias.
Milicic después de su paso por Detroit Pistons, Orlando Magic, los Griezzlies de Memphis, New York Knicks, Minnesota Timberwolves y, finalmente, Boston Celtic, cerró su estadia por Estados Unidos con unos modestos números de 6,0 puntos y 4,2 rebotes por partido, historial del que se atrevió a hablar en una entrevista con el periodista griego del medio Gazzetta, Giannis Stavroulakis,
"Mucha gente intenta hablar por mí, contar historias sobre mí, sobre cómo terminó mi carrera y que debería seguir jugando al baloncesto. Pero nunca entendieron por lo que pasé en la NBA. Nunca entendieron que esa fue la parte más difícil de mi vida. Viví una pesadilla. Fue una experiencia dolorosa y la gente no puede entenderlo", dijo el pívot.
El exjugador atribuyó mucho de su fracaso en la NBA a la forma en la que no entendió como mezclar la juventud con las exigencias: "era uno de los mayores talentos que existían. Era uno de los mejores jugadores jóvenes de Europa, sabía lo que podía hacer y pensaba que tenía el mundo entero a mis pies, pero al final no estaba preparado", contó Milicic.
Sus errores
En el diálogo no tuvo titubeos en reconocer los errores que le hicieron perder el norte: "Me reí de gente de la que no debería haberme reído", contó sobre sus burlas a su excompañero Ben Wallace, quien nunca gozó de un buen récord en tiros libres. "Lanzaba uno (tiro libre) y yo me partía de risa en el banquillo. Me decían: 'No te rías, es un All-Star'. Y yo decía: 'Este tipo es un All-Star, pero no puede meter canastas'. Después de dos años, me pasó a mí: fallaba tiros libres".
"Ben Wallace es uno de los jugadores más trabajadores que he conocido. Y un joven, que era un pedazo de mierda, se reía de él. Un imbécil que creía que nunca le pasaría a él. Ahí es cuando Dios te castiga por tu arrogancia", insistió el exjugador sobre esos lamentables episodios.
Su paso por la NBA tuvo muchos momentos en los que se habló más de Milicic por sus declaraciones, que por su rendimiento. Altercados, como el que tuvo con Kevin Love, al que culpó de preocuparse por sus números y no por el equipo, o sus fuertes criticas a los árbitros -luego de quedar eliminado en un Eurobasket en 2007-, eran el pan de cada día en la vida del serbio.
Ahora a sus 38 años, con sólo un anillo de campeón en el mejor baloncesto del mundo en el palmarés, hoy se dedica al trabajo en su finca, en la que siembra y recuerda una carrera que pasó sin pena ni gloria.