Desde la madrugada del Miércoles Santo en Venezuela, los fieles se congregan en la Basílica de Santa Teresa en Caracas para rendir homenaje al Nazareno de San Pablo, una figura emblemática de la Semana Santa caraqueña. A lo largo del día, se celebran más de treinta misas en la iglesia, culminando con una procesión solemne al atardecer por las calles de la ciudad.
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Pero, ¿cuál es la historia detrás de esta venerada imagen?
La historia del Nazareno de San Pablo se remonta al 4 de julio de 1674, cuando fue bendecida por fray González de Acuña y comenzó a recibir culto en la capilla de San Pablo. Sin embargo, en 1880, el presidente anticlerical Guzmán Blanco ordenó derribar la capilla para construir en su lugar el teatro municipal. Ante esta situación, la imagen fue trasladada a la recién erigida Basílica de Santa Teresa, donde continúa siendo venerada hasta el día de hoy.
La devoción hacia el Nazareno de San Pablo trasciende las fronteras de Caracas, atrayendo a fieles de todo el país y a turistas extranjeros. En la Basílica de Santa Teresa, los devotos se acercan con velas encendidas para presentar sus peticiones y expresar su gratitud hacia esta divina figura.
La historia del Nazareno de San Pablo está marcada por un milagro particular: el milagro del árbol limonero.
Según la leyenda popular, durante una procesión en 1597, la población de Caracas sufría de una enfermedad conocida como el vómito negro o escorbuto. En un momento del recorrido, la imagen del Nazareno tropezó con un árbol limonero, enredándose su cruz entre sus ramas. De manera milagrosa, comenzaron a caer un sinfín de limones del árbol, como una lluvia sagrada.
Los fieles, conscientes del poder divino en ese acto, recogieron los limones y prepararon infusiones que distribuyeron entre los presentes. A partir de ese momento, la enfermedad cesó y los enfermos sanaron rápidamente, dejando un testimonio perdurable de la intercesión milagrosa del Nazareno de San Pablo.
La historia del Nazareno de San Pablo es, por tanto, una historia de fe, devoción y milagros que continúa inspirando a generaciones de fieles en Venezuela y más allá. Su presencia en la Basílica de Santa Teresa sigue siendo un símbolo de esperanza y consuelo para todos aquellos que buscan su protección y bendición en tiempos de necesidad.