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Tenis

El inicio de la era Federer

Por Meridiano

Domingo, 10 de octubre de 2021 a las 08:08 am

Samuel Aldrey /@SamuelAldrey

CARACAS. Existen enfrentamientos que suelen marcar la historia a fuego y transformar el rumbo de los deportistas. Choques que quedan incrustado en el tiempo, sobre todo después de décadas, cuando se entra en un estado de consciencia del acontecimiento que hace reflejar todo con mayor nitidez.

El lunes 2 de julio del 2001, hace 20 años atrás, Roger Federer tenía la misión de dar un raquetazo sobre la grama de Wimbledon. Venía de ganar sus primeros partidos en el cuadro principal ante Christophe Rochus y Xavier Malisse, ambos belgas, y frente al sueco Jonas Bjorkman. 

Entonces, ponía sus pies en los octavos de final. Enfrente, titánico, aparecía su ídolo: Pete Sampras, el hombre que ostentaba siete títulos en Wimbledon. Una leyenda. 

El suizo tenía apenas 19 años y diez meses. Su ranking un modesto 15º lugar en el mundo y solo ostentaba una humilde conquista a nivel ATP, en Milán, esa misma temporada. Además, también era su primera vez jugando en la cancha central del All England Club.

Por otro lado Sampras, que le llevaba diez años de edad, tenía 62 títulos más en el circuito, acumulaba 56 victorias en los últimos 57 partidos jugados en Wimbledon. Así, en el papel, todo parecía en contra del joven tenista suizo. 

Para dimensionar todavía más el contexto hace falta relacionar los momentos. Cuando Sampras tenía 19 años ya había ganado ocho torneos del circuito grande; cuando ganó su primer Grand Slam, en el US Open 1990, el propio Federer tenía 9 años y ni siquiera podía imaginar lo que sería de su vida. Aquel 2 de julio de 2001, en definitiva, el dueño absoluto de Wimbledon se enfrentaba con quien fuera su sucesor, el recordman en potencia que incluso lo superaría. Era el traspaso de mando.

Demolición de su ídolo. 

Aquella victoria por 7-6 (7), 5-7, 6-4, 6-7 (2) y 7-5, concretada luego de tres horas y 45 minutos de dramatismo, significó para Federer, en ese tiempo, el gran golpe de su vida. El impacto, el sacudón, exhibía una mutación indefectible en la historia. El peso de aquel triunfo de ensueño le costó al suizo una dura derrota en la instancia siguiente ante el local Tim Henman. El cambio de guardia, sin embargo, ya estaba en marcha.

La demolición de su ídolo no fue antológica. El resultado no engaña fue un duelo encarnizado que llevó a la cancha central de pasar de la grama a la tierra y al desgaste de muscular. Sin embargo, Sampras sólo consiguió mantener el listón de su juego al más alto nivel en la segunda y cuarta manga, que cerró con un resto directo fuera por cinco metros sobre un segundo saque de Federer. Fue la demostración más palpable de la impotencia que le estaba ya atenazando y que salió a flote en el último set.

Tal como estaba previsto, las claves del partido estuvieron en dos golpes: el saque y el resto. Y, curiosamente, fue el jugador helvético quien mejor dominó estas dos armas a pesar de que, en teoría, el estadounidense poseía le mejor saque del circuito. En realidad, la estadística indica que Sampras ganó 50 puntos directos con su servicio (el 51%), seis más de los que se anotó Federer. Pero la calidad del resto del suizo acabó por romper la seguridad en sí mismo, que cedió el break por dos veces en el tercer set y perdió el control en la última manga.

En aquel partido, Federer insinuaba apenas una pequeña porción de la leyenda que construiría con el paso del tiempo: ocho títulos en Wimbledon y nada menos que 20 trofeos de Grand Slam, muy por encima de las cifras de Pistol Pete.

 El 2 de julio de 2001 queda marcado como el inicio de la irrupción de Federer y el comienzo de su época más dominante.

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