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La ciudad de Doral, conocida como un punto de encuentro para la comunidad venezolana en Florida, vive un éxodo silencioso. Decenas de familias han abandonado sus hogares debido al miedo a redadas migratorias y al vencimiento de permisos temporales.
El temor a quedar indocumentados bajo políticas migratorias más estrictas ha impulsado a muchos venezolanos a tomar decisiones drásticas. Algunos han optado por mudarse a países europeos como España e Italia, mientras que otros incluso retornan a Venezuela, muchos de ellos se marchan apresuradamente, dejando pertenencias y muebles atrás para evitar riesgos.
Impacto en el mercado inmobiliario
Uno de los efectos más notables de este fenómeno se refleja en el sector de bienes raíces, según reportes, la tasa de vacantes en Doral ya supera el 10 %, una cifra que no se veía desde hace tres años. En contraste, ciudades vecinas mantienen niveles de vacancia en torno al 4,3 %, lo que evidencia la magnitud de la crisis local.
Agentes inmobiliarios reconocen que muchos propietarios han comenzado a pedir pruebas del estatus migratorio antes de cerrar contratos de alquiler. Sin embargo, esta práctica puede contravenir la Ley de Vivienda Justa de Estados Unidos, que protege a los arrendatarios contra la discriminación por su origen o situación legal, dicha exigencia genera incertidumbre y limita aún más las opciones para los migrantes.
La alcaldesa de Doral, Christi Fraga, admitió que varias familias se han “auto-deportado”, es decir, que han decidido marcharse voluntariamente antes de enfrentar procesos legales. Estas declaraciones confirman el temor creciente en la comunidad y ponen en evidencia que la ciudad está atravesando un cambio poblacional con fuertes repercusiones económicas.