Imagen portada
VE
Escoge tu edición de meridiano.net favorita
VE (Venezuela)
US (USA)
El Rompe Olas

 

Se la gozaron, ¿cierto? Nos referimos al empate de la Vinotinto ante Brasil, de visitante por la tercera fecha de la eliminatoria rumbo al Mundial de 2026.

¿Y saben por qué se vale celebrar como si hubiéramos ganado una Copa del Mundo? Pues porque en el rosario de la historia de la Vinotinto son pocos los capítulos que hemos tenido el placer de disfrutar al máximo.

La tóxica, la que no gana, la que juega como nunca y pierde como siempre, la que siempre hace la venezolana; todo eso es la Vinotinto para seguidores de la selección, recién llegados a este tipo de apasionamientos, odiadores de oficio o hinchas de vieja data.

Y en ocasiones, muy, muy, muy pocas ocasiones, la Vinotinto nos brinda la oportunidad de celebrar.

El empate ante Brasil no sabemos si nos clasificará a la larga para el Mundial de 2026 o quedará como una simple anécdota, una efeméride para recordar, un video en Youtube. Pero, la forma en que se consiguió fue digno de una película de Hollywood, con buenos y malos, villanos y héroes, suspenso, sufrimiento y martirio, gozo y delirio. Sólo por ello vale la pena celebrar.

La profesión nos ha permitido ver de primera mano el proceso de la Vinotinto, desde el técnico argentino José Omar Pastoriza, pasando por Richard Páez, César Farías, Noel Sanvicente, Rafael Dudamel, José Peseiro, Leonardo González, José Pékerman y “Bocha” Batista.

Y créanme cuando les podemos decir que las dichas son contadas con los dedos de una mano y las miserias fueron el pan de cada día en la cobertura de la Vinotinto por muchos años.

Que Pastoriza concentraba a la selección en un “tiradero” cerca de la avenida Libertador.

Que se peleaba por viáticos, buenos hoteles, tiempo de trabajo previo, tratamiento profesional.

Que salir al campo era una derrota ya firmada. Que ir en avión era un lujo. Ni siquiera se negociaban premios porque perder era la costumbre. Que a Richard Páez quisieron darle ese muerto (la Vinotinto) y lo revivió. O que Farías fue capaz de hacer temblar a toda Suramérica con las jugadas de pelota parada.

Se han dado pasos, si lo sabemos nosotros. Ojo, no tenemos ciento y pico años de historia como la de Brasil, Argentina y Uruguay. Somos los más nuevos en el baile de la eliminatoria. No hemos conseguido nada, y eso es muy cierto, es la cruda realidad.

Pero cada puntico ganado, cada partido bien disputado, cada momento en que parecemos un equipo de talla mundial, cada jugada de Soteldo, corte de Yangel Herrera o gol de Salomón Rondón es para ponerlo en un contexto más amplio. Yo lo llamo evolución.

Muchos de ustedes creen que la Vinotinto no ha evolucionado desde el momento en que Pastoriza agarró el equipo por allá justo antes del año 2000 hasta ahora. Y no es cierto. Pero el fanatismo enceguece y nubla la mente.

¿Iremos al Mundial 2026? Ni idea. Yo creo que talento siempre hubo y habrá. Si no es ésta, será en la siguiente ocasión.

Los invito a seguir sufriendo (mucho) y gozando (poco) porque esa es La Vinotinto. Y este cuento no termina aún.

Últimas noticias


BEISBOL


FARÁNDULA


HIPISMO