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El Mundo de las 108 Costuras

Miguel Cabrera es sin duda, uno de los bateadores más importantes sino el mejor de todos los tiempos que haya nacido en Venezuela hasta ahora. En muchos casos, se puede decir que la mayoría de los venezolanos hemos tenido la dicha de disfrutarlo y que siempre ha llevado por delante el nombre del país y es uno de los representantes más renombrados de nuestra tierra en los Estados Unidos. Pero estas líneas no se tratan del lado de los que han celebrado sus logros, sino de aquellos que han padecido el castigo de "Miggy". 

En especial con dos partes de como vimimos y como otros han padecido el castigo del Tigre Mayor. Por supuesto, esto no hace más que remarcar, la clase de pelotero totalmente decisivo que es Cabrera, pero aquí va. Como un niño de menos de 10 años y si hago memoria, uno tiende a recordar los momentos que te marcan, sea para bien o para mal.

Y la verdad es que en esa primera etapa de la vida del escritor de estas palabras, "Miggy" era algo así como un verdugo que se aparecía en el plato a tomar un turno. Era como el emblema del "Imperio del Mal", aquella dinastía que junto a Buddy Bailey, dominó como le dio la gana a la pelota criolla. Pero así la veía un niño que siempre veía como ese equipo era prácticamente invencible, la salvación estaba si Miguel no se uniformaba en diciembre y aun asi seguían ganando. Solo era pensar si cada nueva temporada era un nuevo título para Cabrera, muchas noches de amargura a una corta edad. Ya muchos años después caímos en cuenta que en verdad lo que presenciamos, nunca más se volvería a ver en la LVBP. Al menos en un tiempo, pero no con el mismo protagonista. 

La otra es contada por Mike Clevinger, un lanzador derecho que debutó con los antiguos Indios de Cleveland y que en el año 2016, padeció un "perreo" por parte de Cabrera en su año de novato. Pero un "perreo" que no va de lanzar el bate y gritar a la tribuna, es uno al estilo de un caballo de su clase. Miguel en un turno, se dirigió al manager de los Indios, Terry Francona y con tres señas le explicó. "Segundo pitcheo, lanzamiento en cambio, jonrón por el rightcenter field". El dirigente de devolvió el gesto, esperando que fuera una broma.

Al momento del turno, en la misma situación que ya había predicho, la mandó a volar entre el jardín central y izquierdo. Al llegar al plato, le señaló a Francona con las manos que se desvió "solo un poquito" su batazo. Ese también es Miguel, capaz de saber lo que hará un lanzador y ser tan decisivo como implacable. Pero se llevó el respeto y la admiración de ese joven lanzador. Ya que se acerca el final de su carrera y para los que terminamos admirándolo, queda solo recordar tantas veces que proferimos, "Hasta cuándo, Miggy". 

 

 

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