Una noche que prometía la resurrección del Real Madrid en la UEFA Champions League, terminó convirtiéndose en otra dolorosa página que agranda la crisis y pone el foco de atención directamente sobre el banquillo.
El Manchester City se llevó una victoria por 1-2 del Estadio Santiago Bernabéu, un resultado que, más allá de la eliminación, deja sensaciones de fragilidad y abre un inminente periodo de reflexión en la capital española.
El arranque de Rodrygo
El partido comenzó con el guion soñado por la afición merengue. Animado por el rugido del Bernabéu, el Madrid salió con una intensidad arrolladora, dispuesto a demostrar que su leyenda europea está lejos de desvanecerse.
El premio a ese ímpetu llegó pronto. El brasileño Rodrygo Goes rompió el celofán con un gol que encendió la esperanza, recordando por unos minutos la versión más dominante y vertical del conjunto blanco.
Con la ventaja en el marcador, y la chispa en la presión alta, parecía que el equipo había recuperado esa "mejor versión" tan anhelada. El dominio era palpable y el City, por momentos, se veía incómodo y superado.
La remontada citizens
Sin embargo, la historia del partido cambió sutilmente, pero de forma devastadora, con el avance de los minutos. A medida que el reloj corría hacia el descanso, el Real Madrid fue perdiendo ese toque inicial. Lo más grave, y lo que finalmente sentenció el encuentro, fue la alarmante falta de puntería y la pérdida de chispa en el último tercio.
Los merengues generaron oportunidades muy claras para estirar la ventaja y, potencialmente, sentenciar la eliminatoria. Varias ocasiones frente al arco rival, falladas por escasos centímetros o por decisiones apresuradas, fueron el preludio de la tragedia.
El Manchester City, paciente y con la calidad intrínseca de sus individualidades, no perdonó. La falta de efectividad local dio alas a los Sky Blues, que encontraron el camino de la remontada con una pasmosa eficacia (goles de O'Reilly y Erling Haaland de penal).
El futuro incierto de Xabi Alonso
La derrota no es solo un revés deportivo; es el punto de ebullición de una temporada irregular. La crisis se ha hecho profunda y palpable, y la directiva merengue ya no podrá ignorar las señales. Todas las miradas se dirigen ahora al banquillo.
Xabi Alonso, el técnico que llegó con la promesa de devolver la identidad y la gloria, se encuentra en la cuerda floja. A pesar del respaldo inicial, los resultados recientes y las sensaciones de descontrol en momentos clave, han agotado la paciencia.
Se espera que en los próximos días, la cúpula directiva del club tome decisiones firmes respecto al futuro del entrenador. El Real Madrid está obligado a reaccionar, y este tipo de derrotas históricamente han sido el catalizador para cambios drásticos.
