Este domingo, en el Estadio Olímpico de Montjuic, el primer tiempo del juego entre el FC Barcelona y el Sevilla por una la décima jornada de La Liga estuvo marcado por una polémica arbitral que favoreció al conjunto local al recibir un tiro desde el punto penal que no pareció sancionable.
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Lo que más molestó a los jugadores y el cuerpo técnico del Sevilla fue que el VAR no intervino en la jugada para que fuese revisada exhaustivamente. Más bien, el árbitro principal Ricardo de Burgos Bengoetxea, quien estuvo muy cerca de la jugada, no dudó en cantar la falta y no fue llamado por el cuerpo de referís auxiliares encargados del apoyo tecnológico.
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Corría poco más de 20 minutos desde el pitazo inicial y los blaugranas atacaban incansablemente el área del conjunto visitante en busca de abrir el marcador. En una de esas jugadas de peligro, Raphinha recibió el balón dentro del área y cuando fue a encarar se desplomó al suelo luego de sentir un mínimo contacto del defensor en su hombro derecho.
El principal no dudó en hacer sonar su silbato para sentenciar la pena máxima, mientras el capitán del Barça se levantaba del césped.
Las quejas de los blanquirrojos para con el árbitro no surtieron efecto, pues Bengoetxea estaba decidido en que la decisión que había tomado era la correcta.