Un oasis escondido entre montañas, un refugio de paz con aroma a película clásica, y un último acto digno de Hollywood. Así era la famosa casa de Robert Redford, vendida por una millonada apenas unos meses antes de su muerte.
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La casa se alzaba al final de una calle sin salida, junto a la bahía de San Francisco, Estados Unidos, rodeada de naturaleza, silencio de bosque y aire puro. Habitada por ventanas gigantes, techos altos, suelos de madera que crujen bajo los pasos, y ese tipo de luz que invita al recogimiento.
La joya arquitectónica de Robert Redford
Comprada por Redford y su esposa, la artista Sibylle Szaggars, en primavera de 2020 por $3.1 millones, la propiedad fue modernizada con sutileza: restauraciones que respetaban el espíritu original, pero adaptadas al confort contemporáneo.
Su venta, por 4.65 millones de dólares a comienzos de 2025, generó revuelo no solo por su precio, sino porque fue listada y vendida en tan solo tres semanas.
La mansión, construida a finales de los años sesenta, ofrecía un estilo rústico refinado. Más de 260 metros cuadrados repartidos en dos niveles: cuatro dormitorios, tres baños, suite principal con vestidor y doble tocador, chimenea y enormes ventanales.
La cocina, digna de un chef, con despensa, acceso directo a terrazas, vistas al jardín delantero y al paisaje que se extiende colina abajo hacia el mar. Las terrazas sumaban más de mil pies cuadrados ideales para tardes de vino bajo el crepúsculo californiano.
Por su parte, el garaje albergaba dos automóviles, y los senderos cercanos prometían aventuras leves, playa cercana, espacio abierto.
¿Por qué Redford vendió su rinconcito?
El motivo oficial tiene sabor de nostalgia, pues, el artista quería pasar sus últimos días en su residencia principal, en Santa Fe, Nuevo México, donde su esposa se dedica al arte. Su amor por el silencio, el paisaje, por la intimidad, pudo más que el vaivén de la fama, los sets y los flashes.
La estrella de “La Conspiración”, también poseía casas en Utah y otras en California. Pero, Tiburón tenía algo especial, un encanto silvestre, un retiro perfecto para quien inspiró Sundance, quien quiso construir historias tanto con cámara como con vida.
Robert Redford, a los 89 años, falleció mientras dormía, “rodeado de sus seres queridos”, según su agente.