A pesar de contar con el bate de Juan Soto, quien firmó el contrato más grande en la historia del deporte profesional y rindió a un nivel de Jugador Más Valioso (MVP), los Mets de Nueva York quedaron fuera de la postemporada tras un colapso histórico.
Un rendimiento individual élite en medio del caos
La estrella dominicana Juan Soto no puede ser culpada. En su primera temporada completa con los Mets, el jardinero entregó un desempeño ofensivo que lo colocó entre la élite. Soto cerró la campaña con un impresionante total de 43 jonrones y 105 carreras impulsadas (RBI). Sus estadísticas de contacto y paciencia fueron espectaculares: lideró la Liga Nacional en porcentaje de embasamiento (OBP), terminando la temporada con un robusto OPS de .927.
Incluso, Soto sorprendió al co-liderar la liga en bases robadas y unirse al exclusivo Club 30-30, una hazaña ofensiva y atlética que rara vez se ve. Este rendimiento individual, junto con las sólidas temporadas de Pete Alonso y Francisco Lindor, debería haber sido la base de un contendiente al título.
La caída libre después de un inicio estelar
Sin embargo, a partir de ese punto, el equipo experimentó una caída libre. En sus últimos 93 juegos, los Mets jugaron con un lamentable récord de 38-55. Los problemas de consistencia, agravados por un pitcheo deficiente, convirtieron un récord prometedor en un final amargo. Terminaron la temporada con 83 victorias y 79 derrotas, empatados con los Cincinnati Reds por el último cupo de wild card de la Liga Nacional. La regla de desempate dictaminó que, debido a que los Reds ganaron la serie particular contra Nueva York (4-2), los Mets se irían a casa.
La estadística del desastre
La magnitud de la decepción se mide con una estadística contundente: los Mets se convirtieron en el tercer equipo en la Era del Wild Card en comenzar con una marca de 45-24 o mejor y, aun así, perderse la postemporada.
El contraste entre el rendimiento individual de la ofensiva y el fracaso del equipo es la clave. Mientras que su ofensiva estuvo en el top 10 de la liga en varias métricas importantes como jonrones y carreras anotadas, el cuerpo de pitcheo no pudo mantener la ventaja acumulada. El equipo terminó en la parte baja de la liga en efectividad (ERA), lo que confirmó que el problema radicaba en el montículo. En un juego final, a vida o muerte, el pitcheo falló y selló el destino de una franquicia que invirtió una cifra récord en una estrella para llegar a octubre.
El colapso de esta temporada es un recordatorio de que ni siquiera el talento generacional de un jugador como Juan Soto puede superar los problemas de fondo en el béisbol de las Grandes Ligas.