Han pasado años, pero el recuerdo sigue tan vívido como aquella tarde del 19 de octubre de 2006 en el Shea Stadium. En el Juego 7 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, el jardinero venezolano Endy Chávez protagonizó una de las jugadas más espectaculares en la historia del béisbol moderno: una atrapada que por segundos cambió el destino de los Mets de Nueva York ante los Cardenales de San Luis.
NOTAS RELACIONADAS
Era la sexta entrada cuando Scott Rolen conectó un batazo profundo hacia el jardín izquierdo. Todo el estadio contuvo la respiración mientras la pelota se elevaba más allá del muro. Entonces apareció Chávez, quien corrió hacia atrás, saltó con precisión quirúrgica y, con el guante extendido sobre la barda, robó un jonrón cantado, devolviendo la bola al diamante y completando un doble play que levantó de sus asientos a más de 55 mil fanáticos.
"¡Endy Chávez acaba de robarle un jonrón!", exclamó el narrador Gary Cohen, mientras el Shea temblaba de euforia. Por unos instantes, Nueva York creyó en el milagro. El gesto atlético, mezcla de reflejos y el momento perfecto para atraparla se convirtieron en símbolo de esperanza para un equipo que soñaba con volver a la Serie Mundial.
Sin embargo, el destino fue cruel: los Mets terminaron cayendo 3-1 ante San Luis, que avanzó al 'Clásico de Otoño', pero aquel salto de Chávez quedó inmortalizado como una de las jugadas defensivas más asombrosas jamás vistas en postemporada.
Para Venezuela y para los fanáticos de los Mets, esa atrapada no fue solo una acción brillante: fue un momento de orgullo, una muestra de entrega absoluta que demostró que, incluso en la derrota, el béisbol puede ofrecer gestos de pura grandeza.