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Miguel Cabrera y una mochila que viajaba entre el liceo y La Pedrera (Fotos y videos)

Por Meridiano

Domingo, 03 de octubre de 2021 a las 01:43 pm

Frederlin Castro

@fr3djcd

Venezuela es una cuna de peloteros y está comprobado. Luis Aparicio, David Concepción y Omar Vizquel entre muchos otros, así lo demuestran. Criollos de la mata que han dejado la bandera de nuestro país en alto durante su andar por el mejor béisbol del mundo: las Grandes Ligas.

Miguel Cabrera y sus sueños

Cada día, centenares de niños despiertan con la ilusión de estar allí, pero muy pocos tienen la oportunidad y el privilegio de dar el salto más alto de la pelota, salto que un joven llamado Miguel Cabrera dio con solo 16 años, y de qué forma.

Nacido y criado en la ciudad jardín, Maracay, casa de los Tigres de Aragua, siempre respiró beisbol. Miguelito en aquel entonces era muy pegado a su papá y amigos de la cuadra en La Pedrera, e incluso su madre jugó pelota. Para cuidar su brazo, el papá le prohibió jugar voleibol, disciplina en la que resaltó hasta el punto de que le propusieron integrar la selección nacional juvenil de la especialidad.

 

                                                         

 

En la escuela de David Torres jugó hasta prejunior (categoría de 9-10 años de edad), dentro de la liga Mario Briceño Iragorry. Cuando ascendió a junior, ingresó al equipo Fanametal en Cagua y más tarde pasó a jugar con Tigritos, dirigido por un scout de los Rojos de Cincinnati.

Siempre estuvo claro

A los 13 años, Miguelito tenía claro su futuro. Le comunicó a su padre que deseaba convertirse en pelotero profesional y recibió una serena respuesta. "Miggy" no abandonó sus estudios, salía del liceo Andrés Bello, donde se graduó, a la 1 de la tarde, almorzaba y después practicaba hasta la 6 pm.

Los éxitos logrados en diferentes certámenes le abrieron un puesto en la novena que disputó el Panamericano de San Luis, EEUU, en 1997. En ese torneo, José Miguel fue designado mejor campocorto, jonronero, bate, slugger e infield.

En Misuri, además de las distinciones, conquistó la atención de los cazadores de talentos de las Mayores.  Con el pasar de los años, el patio trasero de su casa en Maracay se convirtió en el destino de decenas de observadores y directivos de organizaciones del beisbol estadounidense, que peregrinaron desde el norte para comprobar con sus propios ojos lo que ya los reportes eran incapaces de definir adecuadamente.

El niño de aquel entonces se la pasaba entre el liceo y el estadio de La Pedrera. Mientras cada semana scouts viajaban a Venezuela para tratar de amarrar a la joya de la pelota venezolana.

Este ambiente formó a un chico que llamó la atención de varios scouts locales, pero entre todos los interesados, los Marlins a través de Al Ávila, llenaron de confianza a Miguel Cabrera padre para firmar a su hijo en 1998, a los 16 años de edad por $1.8 millones, lo que se convirtió en una noticia nacional. El resto, es historia.

 

 

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