El reciente y trascendental fichaje del nueve veces All-Star y ex MVP de la NBA, Russell Westbrook, por los Sacramento Kings no fue únicamente una decisión de la oficina principal, sino un movimiento largamente cultivado por el núcleo estelar del equipo.
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Fuentes cercanas a la franquicia han confirmado que los jugadores Domantas Sabonis, DeMar DeRozan y Zach LaVine ejercieron una presión significativa y mantuvieron conversaciones constantes para convencer al veterano base de unirse al proyecto de la capital californiana.
Russell Westbrook, quien finalmente ha firmado un contrato de un año con los Kings tras rechazar su opción de jugador con los Denver Nuggets, se une así a una plantilla notablemente renovada que busca consolidarse como un contendiente de élite en la Conferencia Oeste. La influencia del trío de estrellas fue decisiva para inclinar la balanza a favor de Sacramento frente a otras opciones.
Química Preexistente y Lazos Clave
La campaña de reclutamiento liderada por los jugadores se basó en una serie de conexiones preexistentes y un respeto mutuo que facilitó el diálogo:
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Domantas Sabonis: El pívot lituano ya compartió vestuario con Westbrook durante su etapa en los Oklahoma City Thunder. La química que desarrollaron en la cancha y la amistad fuera de ella fueron factores cruciales, ya que Sabonis le garantizó un entorno profesional y una reincorporación fluida a un sistema de juego basado en el pace y el playmaking.
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DeMar DeRozan y Zach LaVine: Ambos guardas, nativos del sur de California al igual que Westbrook, comparten una relación de larga data. Los lazos geográficos y el respeto que se profesan como compañeros de élite en la liga ayudaron a que Westbrook se sintiera cómodo con la idea de regresar a su estado natal y rodearse de talento conocido. LaVine y DeRozan, además, conocen bien el carácter competitivo y la ética de trabajo del ex MVP.
Más experiencia para el equipo de Sacramento
La decisión de Westbrook de fichar por los Kings se alinea con la estrategia de la nueva gerencia, encabezada por Scott Perry, de inyectar experiencia de playoffs y una cultura de "máximo esfuerzo y alto motor" en el vestuario.