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La comunidad científica ha encendido las alarmas tras la publicación de un estudio en la revista Science Advances, el cual señala que el Atlántico Norte podría estar muy cerca de un punto de inflexión en su sistema de corrientes oceánicas. Este fenómeno, que regula la temperatura global transportando calor hacia el hemisferio norte, está mostrando comportamientos inusuales que podrían provocar un enfriamiento drástico en Europa.
Los investigadores explican que las corrientes del Atlántico han sufrido fluctuaciones desde la década de 1950, un signo que indica su debilitamiento progresivo. Aunque los cambios no son nuevos, los científicos advierten que se ha prestado poca atención a este proceso, a pesar de sus posibles consecuencias. Si el sistema colapsa, se podrían intensificar los eventos meteorológicos extremos y alterar los patrones de lluvia en distintas regiones del mundo.
La ruptura de este sistema oceánico tendría impactos globales, los expertos señalan que Europa podría sufrir inviernos más severos y prolongados, mientras que en otras zonas del planeta podrían registrarse sequías y olas de calor más intensas. Este desbalance afectaría sectores clave como la agricultura, la economía y la estabilidad social de los países más vulnerables.
El estudio también resalta que el llamado giro subpolar depende de un proceso natural en el que el agua superficial se hunde hacia el fondo del océano, manteniendo en movimiento las corrientes rotatorias. Sin embargo, los cambios en la fuerza y dirección de los vientos están afectando este mecanismo, los expertos advierten que si esta alteración continúa, el sistema podría colapsar, generando un enfriamiento prolongado en el Atlántico Norte.
Los científicos comparan la situación actual con la Pequeña Edad de Hielo, ocurrida entre los siglos XIII y XVI, cuando Europa enfrentó temperaturas extremadamente bajas. En ese entonces, los ríos se congelaron, las cosechas fallaron y el comercio se paralizó, provocando una crisis sin precedentes. De repetirse un fenómeno similar hoy, las consecuencias serían mucho más graves debido a la sobrepoblación y la dependencia energética moderna.
Frente a esta alerta climática, los investigadores insisten en la necesidad de realizar más estudios y reforzar las medidas internacionales para frenar el calentamiento global. El debilitamiento de las corrientes del Atlántico podría ser un indicador de que el planeta está alcanzando límites críticos.