Imagen portada
VE
Escoge tu edición de meridiano.net favorita
VE (Venezuela)
US (USA)
Pick And Roll

Una de las primeras “instrucciones” que nos dan dentro del periodismo deportivo, a quienes ejercemos esta hermosa profesión, es que debemos dejar de lado el fanatismo y convertirnos en seres imparciales, objetivos, precisos, críticos y analistas.

Pero, todos aquellos que crecimos amando el deporte sabemos que de una u otra manera a lo largo de nuestro desarrollo, siempre escogemos una institución, un club o un atleta al que seguimos y en algunos casos llegamos a idolatrar. Ese es mi caso con Pau Gasol, o simplemente Pau.

Mi padre, ese ser entrañable que me hizo amante de los deportes, era y sigue siendo fanático de Los Ángeles Lakers; y como buen padre venezolano, su hijo debía irle al mismo equipo. No puedo negar que siempre le tuve un cariño especial al baloncesto y lo practiqué desde muy temprana edad, pero hubo un día que mi cariño por este deporte se convirtió en amor, un día que sin pensarlo o planearlo descubriría a al que se convertiría en mi ídolo.

Por motivos que algunos llaman destino, un 5 de febrero de 2008 en horas de la noche, mi padre estaba  haciendo zapping (pasando canales en la televisión) y llegó al partido entre Lakers y Nets en la NBA, ese día hacía su debut en el equipo californiano un jugador español, de 2.16 metros llamado Pau Gasol, quién llegaba proveniente de Memphis Grizzlies.

Aquel día mis ojos no se apartaron ni un minuto del televisor. Me parecía increíble como un jugador de esa estatura tenía la habilidad que él tenía, su visión de juego, su disparo de media y larga distancia y su entendimiento sobre el juego. Ese día encontré al jugador al que me quería parecer, pero claro el resultado no fue ni cercano.

Lloré con la Final que perdieron (él y Kobe Bryant —otra de las razones que me hizo tomarle cariño—) y celebré como pocos las que ganaron, me dolió hasta el hueso cuando se fue del equipo rumbo a Chicago, celebré cuando llegó a San Antonio y no sabía que pensar de su arribó a Milwaukee; pero una cosa era segura lo veía en donde estuviera.

Pero no solo lo veía en la NBA, sino que nunca me perdí ni uno solo de los Eurobaskets, Mundiales y Juegos Olímpicos en los que participó, porque sin importar el cansancio Pau siempre estaba para España. Al ver sus espectáculos en la cancha (especialmente los de Eurobasket 2015 y aquella mítica semifinal contra Francia) fue que descubrí que mi ídolo era también —en mi humilde opinión—, el mejor jugador FIBA de la historia.

Pero como decía Juan Gabriel en una de sus canciones “…el tiempo pasa y ese no se detiene” y así como vi el punto más alto de la carrera de Pau, también vi su declive.

Crecí, empecé a estudiar Comunicación Social en la Universidad y como les dije al principio de esta columna, me indicaron que debía dejar de lado mi fanatismo; algo que entendí y acepté. Pero un 9 de junio de 2020 la vida y una persona muy importante para mí, me regalaron la oportunidad de entrevistar (vía Zoom) para MERIDIANO a Pau Gasol. Se imaginarán los nervios que sentía el día previo.

 

 

Le pregunté, me miró y me respondió. Fui por algunos momentos el ser más feliz de la tierra. Y entendí finalmente que a pesar de que en la vida te puedan pedir algo, los sentimientos siempre terminan imponiéndose, porque el ser humano es por encima de todas las cosas un ser visceral y eso no está mal.

Aprovecho que Pau recibió esta semana su inducción al Salón de la Fama de la NBA para agradecerle por lo feliz que hizo mi infancia y adolescencia, para agradecerle por hacerme amar el baloncesto, para agradecerle por mostrarme lo que es ser un buen amigo, para agradecerle hacerme buscar la excelencia y para decirle que en mi corazón también siempre estará en el Salón de la Fama.

Gracias, Pau.

Últimas noticias


BEISBOL


FARÁNDULA