El mundo del béisbol se viste de luto con la noticia del fallecimiento de Sandy Alomar Sr. a los 81 años en su natal Puerto Rico. Conocido no solo por su sólida carrera como jugador y entrenador, sino también por ser el pilar de una de las familias más icónicas del béisbol, su legado trasciende el diamante y se extiende a la herencia que transmitió a sus talentosos hijos.
Una trayectoria de 50 años en el béisbol
Alomar Sr. fue un versátil y veloz infielder que dedicó casi 50 años de su vida al deporte. Su carrera como jugador en las Grandes Ligas se extendió por 15 temporadas (1964-1978), pasando por seis equipos, incluidos los New York Yankees y los Chicago White Sox.
-1970: Su temporada más destacada fue en 1970, cuando fue seleccionado para el Juego de Estrellas de la Liga Americana como miembro de los California Angels.
-Velocidad en las bases: Se destacó por su agilidad, robando un total de 227 bases en su carrera, con su máximo personal de 39 bases robadas en 1971. También es el único jugador en la historia de los Angels en jugar los 162 partidos de la temporada en dos años consecutivos (1970 y 1971).
-Defensa y resistencia: Como infielder, Alomar Sr. jugó 1,156 partidos en la segunda base y 197 en el shortstop, demostrando una notable resistencia al jugar 648 partidos consecutivos con los Angels antes de sufrir una fractura en la pierna en 1973.
Un legado familiar y un mentor incansable
Después de su carrera como jugador, Alomar Sr. no se alejó del béisbol. Su impacto como entrenador es un testamento de su pasión y conocimiento del juego. Fue coach para equipos como los San Diego Padres (1986-1990), Chicago Cubs (2000-2002), Colorado Rockies (2003-2004) y New York Mets (2005-2009).
Sin embargo, su mayor legado es la influencia que tuvo en la carrera de sus hijos, quienes se convirtieron en figuras de talla mundial:
-Sandy Alomar Jr.: Catcher seis veces All-Star y ganador del premio al Novato del Año de la Liga Americana en 1990.
-Roberto Alomar: Miembro del Salón de la Fama, 12 veces All-Star y ganador de 10 Guantes de Oro.
Alomar Sr. no solo los vio crecer, sino que también los dirigió en la Liga Invernal de Puerto Rico, ayudándolos a perfeccionar sus habilidades. A través de su guía, inculcó en ellos la disciplina y el talento que los llevaría a la cima del béisbol profesional. Su vida es un ejemplo de dedicación, pasión y un legado familiar que perdurará por generaciones en la historia del béisbol.