Josep Maria Bartomeu, quien dirigió al FC Barcelona entre 2014 y 2020, compareció esta semana ante la jueza Alejandra Gil en el marco de la investigación por el conocido “Caso Negreira”. El exdirigente fue interrogado sobre el período 2013-2018 y, a su salida, quiso dar explicaciones públicas a los medios. En su intervención, dejó claro que los pagos efectuados a Javier Enríquez Negreira por informes técnicos y deportivos no guardan relación con los que percibía su padre, José María Enríquez Negreira, entonces vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA).
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Bartomeu insistió en que durante ese ciclo se realizaron trabajos concretos de asesoría al primer equipo y al filial, con informes arbitrales previos y posteriores a los partidos. Según el expresidente, estos servicios estaban plenamente justificados y nada tenían que ver con los pagos que el club mantenía con DASNIL, la empresa vinculada a Enríquez Negreira padre.
La “herencia” como argumento
De acuerdo con la información difundida por SER Catalunya, tanto Bartomeu como Sandro Rosell hicieron hincapié en la palabra “herencia” para explicar la continuidad de los pagos a la familia Negreira. Ambos expresidentes defendieron que la contratación de Javier Enríquez obedecía a criterios deportivos y que los informes entregados eran considerados de utilidad por las áreas técnicas del club.
El propio Bartomeu quiso recalcar que no existió una conexión directa entre la salida de Javier Enríquez del club y el momento en que su padre dejó la Real Federación Española de Fútbol. A su juicio, la teoría de que una cosa derivaba de la otra “ha quedado disipada y aclarada” tras las declaraciones judiciales.
Con estas palabras, el expresidente de Barça busca rebajar la presión mediática y legal en un caso que sigue en fase de instrucción. No obstante, sus explicaciones han abierto un nuevo frente de debate, ya que el uso del término “herencia” no ha hecho más que avivar la discusión sobre la transparencia y la gestión del club durante aquellos años.