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En 2016, Donald Trump alcanzó la presidencia de Estados Unidos sin ganar el voto popular, y es que, aunque Hillary Clinton obtuvo 61,3 millones de votos (47,8% del total), superando los 60,5 millones de Trump (47,3%), el sistema de votación del Colegio Electoral, que asigna votos según el estado, le permitió a Trump ganar al asegurar una cantidad suficiente de votos electorales en estados clave.
Este sistema, que se centra en los votos asignados a cada estado, destaca cómo la estrategia en ciertos territorios puede definir el resultado, incluso con menos apoyo en términos absolutos de votos ciudadanos.
Los "swing states" o estados pendulares desempeñaron un papel fundamental en la victoria de Trump. Estos estados, donde los votantes no tienen una preferencia fija entre demócratas o republicanos, incluyen Florida, Ohio, Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Trump ganó en estos territorios, que juntos suman una cantidad importante de votos electorales, lo que fue crucial para su victoria en el Colegio Electoral.
Cantidad de votos electorales que sacó Donald Trump en 2016
Estados Unidos utiliza el Colegio Electoral para elegir a su presidente, un sistema donde cada estado tiene asignado un número específico de votos en función de su población. Para ganar la presidencia, un candidato necesita al menos 270 de los 538 votos electorales.
En 2016, Trump logró 306 votos, mientras que Clinton se quedó con 232. Así, aunque tuvo menos votos populares, el apoyo en estados estratégicos le permitió a Trump obtener más de los votos necesarios en el Colegio Electoral, subrayando las particularidades del sistema electoral estadounidense.
El sistema del Colegio Electoral puede llevar a situaciones donde el ganador no es quien obtuvo más votos populares, como sucedió en 2016. Al enfocarse en los estados con mayor cantidad de votos electorales, Trump optimizó su campaña, lo cual le permitió superar el umbral de 270 votos para ser electo presidente, aunque tuvo menos apoyo en el voto ciudadano directo.