“Aparte de lo unido que está el grupo, la fortaleza es que ofensivamente tenemos un equipo muy versátil y muy bueno. Podemos tomar ventajas con nuestro ataque”, dice Deyna Castellanos, goleadora con el Atlético de Madrid esta temporada y jugadora del Manchester City.
Lo comenta con el conocimiento de que esta plantilla tiene una enorme calidad: Ysaura Viso, Oriana Altuve, Sonia O'Neill, Gabriela García, Bárbara Olivieri, Sabrina Araujo-Elorza, Verónica Herrera, Mariana Speckmaier, Yusmeri Ascanio... Generaciones distintas que convergen para hacer un equipo extremadamente competitivo.
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A todas ellas le sobra el desparpajo. Juegan sin preocupación. Tienen hambre, están acostumbradas a jugar finales y ganar títulos con sus clubes y con la selección, pero no se conforman.
En Europa algunas consiguieron los que le faltaba a su juego: entender el fútbol desde lo posicional y jugar de una forma más organizada con mayor táctica. Una característica que comentó Deyna en una entrevista dada a Conexión Goleadora.
"Tenemos experiencia internacional al jugar con clubes importantes fuera de Venezuela, sobre todo en España. Eso nos da un nivel de profesionalismo que no teníamos antes y eso es una de las cosas que este grupo sea muy especial. Además, tenemos una buena cohesión en el equipo", explica Deyna la capitana y máxima goleadora de la Vinotinto campeona del sudamericano sub-17 en 2016 donde marco 12 goles.
Por eso no sorprende el rendimiento que todas ellas han tenido luego con sus clubes en España, Colombia, Croacia, México.
En especial el caso de Yusmeri Ascanio, pues fue la primera venezolana en levantar la Copa Libertadores femenina y es la futbolista más galardonada de todo el grupo con doce títulos.
Todas estas jugadoras vienen de generaciones distintas con la selección y todas traen sus propias experiencias, lo que hace de este un grupo único. Todas han vivido experiencias distintas y todas han competido en sus clubes por títulos. Es una plantilla con hambre de gloria.
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Una ambición de éxito que se transmite en la forma de jugar de la selección administrada por Pamela Conti.
Un equipo con mucho juego posicional y de posesión con libertad de intercambiar posiciones en ataque y sin ningún problema para llegar al gol en los amistosos de preparación y con un defensa sólida, excepto en fases de balón parado o en alguna pérdida en ataque al quedar expuesta la espalda de las centrales.
Pero en esta Copa América todas ellas probarán la solidez del crecimiento del fútbol femenino venezolano cuyo génesis se dio con un bronce en los Juegos Bolivarianos de 2009 y que desde entonces ha formado jugadoras como: Ysaura Viso, Yusmeri Ascanio, Deyna Castellanos, Oriana Altuve, Joemar Guarecuco y más recientemente ha traído a Sonia O'Neill, Mariana Speckmaier y Bárbara Olivieri.
Esta plantilla es la mezcla del esfuerzo que se forjó desde el 2009 y ahora 13 años después buscará dar un golpe sobre la mesa para conseguir un boleto al Mundial femenino.
¿Qué tiene esta generación? Han jugado desde pequeñitas, desde los 15 años la mayoría han estado compartiendo vestuario y experiencias. Todo eso mientras también jugaban con gente mayor y de jugar muy pronto en Europa o en Sudamérica les da un plus en la capacidad de adaptación a los problemas futbolísticos que se les presenten en la cancha.
Además, no es un grupo que se ha frenado con jugadoras jóvenes que no han trascendido, si no que desde sus debuts han salido jugadoras más jóvenes con enorme talento que aún no las han podido suplantar. Como ejemplo, el caso de Bárbara Olivieri que aún debe pelear por una titularidad.
Por eso esta generación, esta plantilla, que se juntó en un mismo lugar y en un mismo tiempo, es un grupo de futbolistas con talento y ambición. El haber coincidido las unas con las otras les ha permitido tener éxito y el éxito las ha hecho crecer más.
Un crecimiento que busca concretarse en esta Copa América femenina 2022 en una convergencia generacional única.