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La Vinotinto

José Peseiro: Pasábamos horas jugando en la calle

Por Meridiano

Lunes, 07 de diciembre de 2020 a las 07:56 am

 SamuelAldrey / @SamuelAldrey

Coruche un pueblo de toros, no de fútbol. Pero ahí nació José Peseiro, en la región de Ribatejo de Portugal, con voluntad taurina, pero con pasión por la pelota.

Iba desde su casa hasta la cancha, por entre las calles de la villa, siempre con la pelota en sus pies. Ahora, ya adulto con 60 años, aún conserva el balón debajo de la suela, pero también en su mente donde juega para crear estrategias como seleccionador de la Vinotinto.

“Pasábamos horas jugando en la calle. Recuerdo que muchas veces eran nuestros padres quienes venían a buscarnos para ir a la casa. Para mi padre era sagrado la hora de cenar y muchas veces tuvo que venir a buscarme, pero yo me le escapaba porque quería seguir jugando”, rememora José.

Para sus amigos era la perdición que el pequeño Peseiro se fuera. Él era el dueño de los balones en su pueblo. “Mi tía viajaba mucho a Mozambique. Recuerdo que se iba en un barco enorme y cuando regresaba me traía los balones. Balones, para mí. Entonces, tenía la suerte de jugar con los muchachos mayores”, contó Peseiro.

Tantas partidas en la calle lo vieron pronto jugando en el equipo de su pueblo, el Coruchense. Debutó con 18 años en la Tercera División de Portugal con el Cartaxo. Su posición era el reflejo de su lugar de nacimiento: un toro que siempre iba al ataque, un delantero.

Era un jugador rápido y agresivo, pero con poca técnica. Su relación con el balón no era romántica, pero había gol. “Siempre me lanzaba al espacio. También me gustaba presionar a los defensas, caía a las bandas y siempre corría. Mi mayor virtud era mi cabezazo. Hice muchos goles de esa manera”, se describió Peseiro.

No obstante, ninguna de esas cualidades le permitió jugar en Primera Divisón y se mantuvo desde 1977 hasta 1994 entre Segunda y Tercera. Durante esos años defendió los colores de varias instituciones: Coruchense, Cartaxo, Oriental, Amora, Samora, Alcanenense y Unión Santarém, su último club.

 “Siempre puse los estudios por encima del fútbol. Sentí que no podía llegar a un club grande como Benfica, Porto o Sporting. Entonces, supe que si quería hacer algo en el fútbol debía formarme y capacitarme. A pesar de que tuve la posibilidad de jugar en Primera, no lo hice. Eran más importantes mis estudios”, explicó Peseiro.

 

Como entrenador. En su último club, el Unión Santarem, ejerció como entrenador y jugador entre 1992 y 1994. Ese año tomó la decisión de colgar los botines para empezar a jugar plenamente con la pizarra, a los 34 años.

Su trabajo en Unión le permitió fichar por el club Nacional. Lo ascendió a la primera categoría del fútbol luso y así a los 42 años cumplió su primer objetivo: “dirigir en Primera División de mi país”, recuerda con orgullo.

Luego fue asistente de Carlos Queiroz en el Real Madrid, el equipo de los galácticos. “Teníamos un equipazo en el once, pero la plantilla no era profunda. El resto no tenía la capacidad para estar en ese equipo, no había cambios ni jugadores para competir por todo. Por eso no ganamos allí”.

Peseiro completó la temporada 2003-2004 en Madrid sin levantar un título y puso rumbo al Sporting de Portugal, luego Al-Hilal FC de Arabia Saudí, entre otros.

Volvió a Portugal en 2011, a las filas del Sporting de Braga para ganar la Copa de la Liga de 2013 al Porto.

El Sharjah FC, y de nuevo el Sporting de Portugal, en 2018, fueron sus últimos equipos antes de asumir el cargo de la selección venezolana.

Ahí continúa su historia como entrenador con la misma voluntad taurina con la que inició en Coruche, pateando los balones de su tía.

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