Samuel Aldrey /@SamuelAldrey
Old Trafford, el 'Teatro de los Sueños'. Ese fue el lugar elegido por Raphaël Varane para buscar "nuevas emociones" como él mismo dijo antes de salir del Real Madrid, pero desde su llegada a Inglaterra las cosas no han salido como él esperaba.
Varane llegó a un Old Trafford abarrotado de aficionados expectantes por su llegada y lo recibieron con honores. Un deseo cumplido de la afición 'Red Devil', por fin un central laureado para hacer dupla con Harry Maguire, un central correcto, pero nada polivalente y sin salida de balón.
Cinco meses después de la recepción las cosas se han torcido. Varane es el reflejo de un equipo que sufre una crisis futbolística enorme. El francés, además, tiene ya varias lesiones que le alejaron de 13 partidos con el Manchester y los que ha jugado recuerdan más al central que hizo un bochorno contra el Manchester City en Champions que el búnker de antaño.
Varane se encuentra en un equipo que acaba de destituir a Ole Gunnar Solskjaer y ahora tiene a Ralf Rangnick como entrenador. El alemán viene a instalar una idea de juego reconocible que haga funcionar a un equipo plagado de estrellas: Paul Pogba, Cristiano Ronaldo, Marcus Rashford y David de Gea.
Los resultados con el alemán han mejorado, pero Varane no encuentra su mejor versión y parece que está sumido en un laberinto, atrapado en la nostalgia de su fútbol pasado... Al francés se le nota desafinado.
Varane está desafinado
En el último partido contra el Newcastle, el central quiso marcar territorio desde el inicio. En el minuto siete el central fue al aire a una disputa, falló y el balón quedó a su espalda e intentó darse vuelta para redirmirse. Grave error. Longstaff le quitó la pelota y la jugada acabó en gol de Saint-Maxime.
Desde ese momento, perdió en el juego mental. También perdió el norte sobre el terreno de juego, en muchas ocasiones fuera de lugar por los arrastres de marca de los delanteros de la Premier. Ni siquiera realizó bien la salida del balón, una de sus muchas virtudes que ante el débil Newcastle quedaron en charcos efímeros.
Tras el partido Rangnick fue crítico: "Concedemos demasiadas ocasiones, demasiados regalos cuando tenemos la posesión, incluido el gol que nos han marcado", atizó el alemán y esta crítica punzante va directa a un Varane que se encuentra en un laberinto, solo y desolado. Quizás esas eran las nuevas emociones a las que hacía referencia.
A Varane le queda entonces redimirse en enero y en Champions contra el Atlético Madrid salir de ese laberinto y escapar de una temporada decepcionante.