La muerte de Brigitte Bardot, la icónica actriz francesa que marcó una era del cine mundial y luego se convirtió en una feroz activista por los derechos de los animales, no solo sigue conmocionando al mundo, sino que ahora desata una polémica por la disputa de su enorme herencia.
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El fallecimiento de Bardot a los 91 años en su amado Saint-Tropez reabrió un debate sobre su legado artístico y filantrópico, pero también sobre cómo se repartirán sus bienes tras su muerte, especialmente entre su único hijo, Nicolas-Jacques Charrier, y la Fundación Brigitte Bardot.
El millonario patrimonio de Brigitte Bardot
Brigitte Bardot no solo fue una estrella del cine francés de los años 50 y 60; su sentido de los negocios, incluyendo derechos de imagen, inversiones inmobiliarias y regalías cinematográficas, hizo que su fortuna alcanzara aproximadamente 65 millones de euros al momento de su muerte.
Entre sus principales activos se encuentran propiedades como La Madrague, su residencia frente al mar en Saint-Tropez y símbolo de su estilo de vida bohemio y glamuroso, así como La Garrigue, un santuario animal de 10 hectáreas, además de una villa en Cannes y varios apartamentos en París.
Aunque Bardot había expresado su deseo de que la mayoría de sus bienes siguieran apoyando la causa animal a través de su fundación, la legislación francesa sobre herencias complica ese plan y al ser hijo único, Nicolas tiene derecho a al menos el 50 % de la parte residual del patrimonio.
Disputa por la herencia
La disputa actual no es simplemente financiera; también tiene un trasfondo emocional y legal muy intenso. Aunque Brigitte transfirió numerosos activos a su fundación durante su vida, no todos los bienes escaparon a las reglas de la herencia bajo el derecho civil francés.
La relación entre Bardot y su hijo no fue la mejor, y es que, documentos históricos revelan tensiones que remontan décadas, incluso con demandas previas por declaraciones polémicas en sus memorias.
Sin embargo, fuentes cercanas aseguran que hubo intentos de reconciliación en sus últimos años, lo cual añade una capa de complejidad emocional al conflicto actual.
Abogados expertos prevén que el proceso legal para decidir cómo se distribuirán los bienes restantes, más allá de los ya asignados a la fundación, podría llevar meses o incluso años, calentando aún más la situación.