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MLB: Circunstancias que llevaron a la huelga de 1994 y 1995 (I)

El 11 de agosto de 1994 hubo nueve partidos. Bastante típico para un jueves, que suele ser un día de viaje. Los viernes casi siempre están llenos. Pero el viernes 12 de agosto de 1994 no hubo ningún partido. Y no habría ninguno durante el resto de la temporada, con casi 950 partidos de la temporada regular cancelados junto con los playoffs y la Serie Mundial. La huelga de las Grandes Ligas de 1994-1995 había comenzado.

En ese tiempo los señalamientos de culpas iban de parte y parte entre jugadores y propietarios, sin embargo, la mayoría de la gente culpó casi exclusivamente a los supuestos jugadores codiciosos. Se decía que eran millonarios que querían más dinero para jugar a un juego de niños.

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¿Pero por qué estaban en huelga? Los dueños de equipos decían que estaban en quiebra. Ellos pedían un tope salarial, como el que tenía el fútbol americano y esta disciplina estaba prosperando. Si funcionaba allí, ¿por qué no iba a funcionar en el beisbol? ¿Por qué arruinar lo que había sido una temporada maravillosa e histórica hasta la fecha con un paro laboral?

Si fuera tan sencillo. Si sólo se tratara de que los jugadores y los propietarios no se pusieran de acuerdo en un conjunto de propuestas que compiten entre sí en una determinada ronda de negociaciones, entonces, tal vez, la huelga podría haberse evitado fácilmente. 

No obstante, esa huelga fue mucho más que eso, fue la culminación de casi 30 años de acritud entre los jugadores y los propietarios, alimentada por la desconfianza, el engaño y el resentimiento. 

30 años en los que ya se habían producido numerosas escaramuzas y al menos una larga batalla entre ambas partes, pero que estallaron en una guerra total en agosto de 1994.

La temporada de 1994 pintaba para ser del todo maravillosa, lamentablemente, se vio truncada, afectando incluso las carreras de algunos jugadores.

El paro de 1994-1995 fue, en retrospectiva, el producto inevitable de 30 años de batallas laborales en las que una parte creció en fuerza, de casi impotente a imponentemente poderosa, con el tiempo, mientras que la otra parte fue inicialmente displicente, luego sorprendida por la guardia y luego, por pánico, reaccionó de manera cada vez más desesperada y agresiva.

¿Cómo llegó el beisbol al punto más bajo que alcanzó en 1994? Para entenderlo vamos al punto en el que empezó todo.

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Al principio (y durante la mayor parte del primer siglo de existencia del béisbol profesional) los propietarios lo controlaban básicamente todo. En la primera o segunda década de existencia del beisbol profesional, los jugadores podían vender libremente sus servicios y ganar un dinero bastante decente para la época, pero en la década de 1880 los propietarios impusieron la infame Cláusula de Reserva, haciéndola parte de todos los contratos de los jugadores. 

Los Grays de Providence, 1884 | Foto: Cortesía 

Esa Cláusula de Reserva otorgaba a los equipos los derechos de los servicios de un jugador a perpetuidad, lo que privaba a los jugadores de todo poder y control sobre su vida profesional. Los propietarios dictaban si los jugadores jugaban, dónde lo hacían y cuánto dinero ganaban. Si no les gustaba, podían ir a buscar un trabajo en una fábrica o algo así.

No es que los jugadores se hayan rendido por completo. A lo largo de los años, hicieron algunos esfuerzos por sindicalizarse. De hecho, en 1890 crearon su propia Liga Competitiva. Ese circuito duró exactamente una temporada y durante el siguiente medio siglo, poco salió de sus esfuerzos.

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En la década de 1940, en respuesta a algunos esfuerzos adicionales, pero finalmente abortados, de sindicalización, los propietarios establecieron un sistema de pensiones para los jugadores. 

Las pensiones eran, principalmente, lo que buscaban esos esfuerzos abortados, por lo que esto los tranquilizó durante un tiempo. No obstante, a finales de esa década, quedó claro que el plan de pensiones estaba lamentablemente infrafinanciado, por lo que, en 1953, los jugadores formaron la Asociación de Jugadores de Beisbol de las Grandes Ligas, de la que Bob Feller fue su primer presidente. 

Le asesoró un abogado laboralista llamado Jonas Normal Lewis, que se oponía personalmente a la idea de la huelga, apoyaba el sistema de reservas y trabajaba para el mismo bufete de abogados que representaba a los propietarios de los Gigantes de Nueva York. 

Eso no era lo ideal. También lo fue el hecho de que la primera el primer sindicato no tuviera oficinas y que los jugadores no fueran muy aficionados a pagar las cuotas sindicales, lo que hizo que el gremio, en su mayor parte impotente, fuera también insolvente.

No obstante, el sindicato continuó durante la siguiente década y cambió, con el despido de Lewis y la renuncia de Feller en 1959. Su siguiente líder, el juez Robert Cannon, sólo era un asesor legal a tiempo parcial y lo que es peor, era aún más conflictivo que Lewis, ya que quería ser Comisionado de Beisbol y presionaba abiertamente para conseguir el puesto. 

En la medida en que esto preocupaba a los jugadores, se contrarrestaba con su falta de voluntad para hacer suya la idea de un sindicato fuerte. 

Además, otros dos puntos tuvieron mucho peso.

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Por un lado los jugadores, gracias a una campaña de propaganda extraordinariamente exitosa durante un siglo, dirigida por los propietarios, les convenció de que jugaban un juego para ganarse la vida en lugar de trabajar en una profesión. 

Por otro ladao existia un sentimiento, más amplio que suele prevalecer en la sociedad estadounidense: desconfiaban de la contratación de un sindicalista directo para dirigir el gremio a tiempo completo. Los sindicatos eran sinónimos de mafia y corrupción, además de que las feas huelgas le costarían salarios a los jugadores y estos, no querían formar parte de eso.

En 1966, sin embargo, la preocupación de los jugadores por la falta de fondos para las pensiones resurgió, a pesar de sus temores sobre lo que significaba un sindicato fuerte, decidieron contratar a alguien a tiempo completo. 

Los dos candidatos finales eran el asesor legal Judge Cannon y un antiguo teniente jefe del sindicato United Steelworkers llamado Marvin Miller. 

Marvin Miller | Foto: Cortesía

Los jugadores votaron a favor de dar el puesto a Cannon. Entonces, este pidió demasiado dinero y, cuando los jugadores se negaron, los propietarios se ofrecieron a pagarle la diferencia. Uno pensaría que eso sería una bandera roja pero los jugadores aparentemente todavía lo querían por alguna razón. Se salvaron de su propia idiotez porque Cannon se echó atrás, así que contrataron a Marvin Miller.

Ese hombre lo cambió todo. Se pueden escribir, y se han escrito, libros enteros sobre su mandato. 

Continúa...

 

Fuente: nbcsports.com

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