Los Palmeros de Chacao, una venerable tradición que se remonta alrededor de 1770, tienen sus raíces en un gesto de súplica ante la devastadora epidemia de fiebre amarilla que azotaba el valle de Caracas. El párroco José Antonio Mohedano, buscando la misericordia divina, hizo una promesa: enviar a los peones de las haciendas cercanas a la montaña, hoy conocida como el Parque Nacional El Ávila, para recolectar las hojas de palma real. Este acto evocó el pasaje bíblico de la entrada de Jesús a Jerusalén, y desde entonces se convirtió en una costumbre arraigada en la región.
NOTAS RELACIONADAS
La procesión de los Palmeros de Chacao comienza en el Viernes de Concilio, el viernes previo al Domingo de Ramos. Durante este día, los palmeros suben a la montaña para recolectar las palmas que serán bendecidas en la misa del Domingo de Ramos. Es un viaje cargado de significado religioso y cultural, en el que los participantes llevan consigo la esperanza y la fe de su comunidad.
Esta tradición no conoce límites de edad. Desde niños de tan solo 4 o 5 años hasta adultos mayores de 80, los palmeros representan un amplio espectro generacional. Los más jóvenes, conocidos como "palmeritos", son iniciados en esta práctica por sus ancestros, formando así parte de una cadena intergeneracional que preserva y enriquece la tradición.
La recolección de las palmas tiene lugar en la zona del Ávila conocida como la "Cueva de los Palmeros", cerca de "No te apures", ascendiendo por Sabas Nieves. Una vez abajo, las palmas son llevadas solemnemente a la iglesia de la plaza Bolívar de Chacao, donde los fieles las reciben con reverencia y las utilizan para conmemorar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén durante la celebración del Domingo de Ramos.
La historia de los Palmeros de Chacao es más que una simple tradición; es un vínculo entre el pasado y el presente, un recordatorio de la fuerza de la fe y la comunidad en tiempos difíciles. A lo largo de los siglos, esta práctica ha perdurado, enriqueciendo la identidad cultural de Venezuela y fortaleciendo los lazos entre sus habitantes.