Desde los inicios de los entrenamientos primaverales, el dominicano Rafael Devers ha estado en el ojo del huracán desde la llegada de Alex Bregman a los Medias Rojas de Boston. Luego de manifestar que no iba a ceder su puesto de tercera base, semanas después, admitió que hará lo que sea necesario para el bien del equipo.
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Tras el inicio de la temporada 2025, la figura de los patirrojos ha vivido un verdadero calvario como bateador designado. Raffy acumula un preocupante registro de 16-0 con 12 ponches en sus primeros cuatro juegos, estableciendo un récord negativo en la MLB. Este desempeño ha generado dudas sobre su adaptación al rol de DH y como le ha afectado no estar en el terreno de juego.
El ex jardinero Matt Kemp, comentó a través de las redes sobre lo difícil que es el papel de bateador designado, refiriéndose que es como jugar, pero sin estar jugando. Y este mismo mal también lo han sufrido algunos buenos bateadores del beisbol.
Giancarlo Stanton
El caso de Giancarlo Stanton, estrella de los Yankees de Nueva York, refuerza la idea de que algunos jugadores rinden mejor cuando están más involucrados en el juego defensivo. Stanton ha expresado abiertamente su descontento con el rol de bateador designado, argumentando que se siente más comprometido y enfocado cuando juega como jardinero. Sus estadísticas respaldan esta afirmación: Stanton mantiene un OPS superior a .900 como jardinero, lo que contrasta con su rendimiento como DH.
Yordan Álvarez
Otro ejemplo que destaca las diferencias de rendimiento entre posiciones es el de Yordan Álvarez, de los Astros de Houston. El cubano registra un promedio de bateo de .325 cuando juega en el jardín izquierdo, en comparación con un .285 como bateador designado. Estas cifras subrayan cómo el contexto defensivo puede influir en el desempeño ofensivo de un jugador.
El rol de bateador designado, aunque diseñado para preservar la salud de los jugadores y maximizar su impacto ofensivo, puede representar un reto psicológico y técnico para algunos. La falta de actividad defensiva puede afectar la concentración y el ritmo de juego, como lo demuestran los casos de Devers, Stanton y Álvarez.