El espíritu olímpico, que busca promover la confraternización entre diversas naciones, a menudo se ve empañado por decisiones políticas que afectan a los atletas. Un reciente incidente en los Juegos Olímpicos de París 2024 ilustra esta problemática, en el que la interacción entre deportistas de Corea del Norte y Corea del Sur podría conllevar sanciones severas para los involucrados.
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Selfie que puede costar caro
Durante los Juegos, un momento significativo ocurrió cuando los jugadores de dobles mixtos Lim Jong-hoon y Shin Yu-bin, de Corea del Sur, y Kim Kum-yong y Ri Jong-sik, de Corea del Norte, compartieron un ‘selfie’ en el podio. Este gesto fue visto como un símbolo de diplomacia y unidad, siendo ampliamente aclamado por medios de comunicación internacionales, e incluso incluido en una selección de los mejores momentos de deportividad por la revista Time.
Sin embargo, la alegría de este encuentro fue efímera. Los atletas norcoreanos ahora enfrentan lo que se conoce como “escrutinio ideológico”, un proceso de evaluación por parte del régimen de Kim Jong-un que examina a los deportistas tras su regreso a casa. Este procedimiento, que incluye tres rondas de revisión, busca detectar cualquier “contaminación” por influencias extranjeras y se ha intensificado en un contexto de creciente tensión entre ambos países.
Las autoridades norcoreanas han criticado específicamente a Kim Kum-yong por su sonrisa en la foto y a Ri Jong-sik por mostrarse amistoso con deportistas de otros países. Esto refleja cómo la interacción con atletas de Corea del Sur es vista como una transgresión ideológica, considerando a esta nación como un “enemigo”. La posibilidad de “castigos políticos o administrativos” está sobre la mesa, dependiendo del resultado de estas evaluaciones.
Este conflicto no es simplemente un problema personal para los atletas, sino una manifestación del rígido control estatal que ejerce el régimen norcoreano sobre cualquier tipo de interacción internacional. Antes de los Juegos, a los deportistas se les prohibió tener contacto con atletas de Corea del Sur, y múltiples restricciones se implementan para asegurar el cumplimiento de las ideologías del partido.
Los Juegos Olímpicos, que deberían ser un símbolo de paz y unión, se ven así afectados por las decisiones y políticas de los gobiernos. La tradición olímpica de promover el entendimiento entre naciones se ve enturbiada por la rápida secuencia de eventos en los que la política se impone sobre el deporte, dejando a los atletas atrapados en un juego que no eligieron. Mientras el espíritu olímpico busca crear lazos, las decisiones de dirigentes políticos a menudo crean muros que separan a los pueblos.