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EL OJO DEL HURACÁN

Desde que en 1959 arribó a Maracaibo, procedente de Cuba, país donde nació el 26 de septiembre de 1946, específicamente en Cienfuegos, el jovencito de ojos azules y delicados ademanes, tuvo claro que en estas tierras su nombre no pasaría de ser uno más en el registro de Extranjería. No.

Osmel Sousa empezó a moverse en círculos cercanos al arte y al glamour, de la mano de una desconocida Lupita Ferrer, quien se lo trajo a Caracas al advertir las aspiraciones del inquieto muchacho. Ella, Lupita, lo metió de lleno en las tablas teatrales, (Ambos egresaron de la Academia de Horacio Peterson de Maracaibo), donde, junto a otros principiantes como Miguel Angel Landa y Gilberto Correa, actuó en varios montajes. A la postre, cada uno de ellos, incluyendo su mentora, agarró su camino. Y Osmel el suyo.

Trabajó como dibujante publicitario. En 1966 se integra a la Agencia Oppa Publicidad, de Ignacio Font. Como diseñador de bisutería fue el creador del vistoso collar con el cual Peggy Kopp ganó el título de Miss Venezuela 1968. El brillo de los canutillos y las lentejuelas del renombrado concurso de belleza, lo deslumbraron. Y ejerciendo como cronista social, su “Savoir faire” lo enrumbó por el camino correcto.

En 1970 se estrena como diseñador de los trajes de gala de algunas candidatas del Miss Venezuela. Posteriormente se dedica a la preparación de misses. Y fue María Antonieta Campoli, quien en 1972 le otorga su primer triunfo, al obtener la corona como soberana de la belleza criolla. La escultural muchacha de 17 años, lució en el desfile en traje de gala, unos llamativos pendientes color rosa, elaborados en coral, que le colocó Osmel, los cuales habrían servido de señuelo al jurado para que los votos la favorecieran y terminara ganándole a Amalia Heller. Ahí comenzó la leyenda de los célebres zarcillos rosados.

Cada concursante que lucía la -no muy costosa- prenda, impuesta por Osmel, era premiada con la banda y la corona. Aunque, su candidata (Miss Dtto Federal) Marisela Carderera Marturet los llevó puestos y solo llegó al segundo lugar, pues la tiara fue a parar a las sienes de Neyla Moronta, quien en 1974 se convirtió en la primera zuliana en ganar el título de Miss Venezuela.

En 1975 le tocó el turno a Maritza Pineda, que en representación del estado Nueva Esparta, obtiene el título el 25 de junio en el Poliedro de Caracas. La leyenda de los zarcillos rosados se acrecentó con los posteriores triunfos de Elluz Peraza en 1976, Miss Cristal Montañez en 1977 y Marisol Alfonso en 1978, con quien llegó a su fin la treta que mantuvo a Osmel en “el ojo del hurácan”.

Su paso por la organización Miss Venezuela, que abandona el 6 de febrero de 2018, siete coronas de Miss Universo, seis de Miss Mundo y ocho de Miss international, entre otros títulos foráneos, le han otorgado el average suficiente como para ser considerado la figura más influyente del “mundillo missérico” en todo el continente. No en balde se le endilgó el rocambolesco apodo de “Zar de la belleza”.

El pasado 3 de septiembre se le rindió tributo en el Salón de Eventos Sambil, en Santo Domingo, donde fue electa Mariana Downing Sánchez Ramírez como representante de la República Dominicana en el Miss Universo 2023. Y sentado en primera fila, Osmel agradeció el gesto,  ondeando su mano derecha, como émulo de aquellas misses cuando son coronadas. 

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