Unai Simón hizo cuatro milagros para mantener viva a España frente a Portugal y permitir que el gol de Álvaro Morata en el crepúsculo del partido diera el pase al Final Four de la Liga de Naciones al equipo de Luis Enrique (0-1).
Simón fue decisivo para un triunfo más histórico que bonito, pues España no ganaba en suelo luso desde hace 19 años.
Las cuatro paradas de Unai evitaron que Portugal rompiera la monotonía horizontal con la que España se manejó y que provocó la irritación de la hinchada portuguesa durante más de una hora.
No soportaban los aficionados lusos el aluvión de pases al pie, sin verticalidad alguna que ejecutaban el armonía los internacionales españoles. En cada transición de su selección se inflamaban las gargantas y en cada contraataque Luis Enrique se agarra a a su silla en el banquillo.
Fueron pocas, pero pusieron a prueba a Unai Simón. El meta del Athletic estuvo preciso en la colocación, fuerte de piernas y ávido de reflejos cuando Diogo Jota, por dos veces, y Cristiano Ronaldo le retaron.
En la primera, un disparo lejano del extremo del Liverpool le obligó a una buena estirada; en la segunda, el vuelo fue espectacular. El derechazo de Diogo Jota tras salir de un recorte a Carvajal iba camino de la escuadra, pero la mano de Simón apareció salvadora para no dejar caer el arco de España, la atajada silencio a un estadio que se quedó con el gol en la garganta.
En la banda, Luis Enrique agachaba la cabeza y suspiraba. Sus gestos delataron a un entrenador desencajado por la actuación que estaban desplegando sus jugadores.
España hacía todo lo contrario de lo que necesitaba para superar a Portugal. El exceso de toques y la falta de profundidad exasperaban al preparador asturiano, que enfiló el túnel de vestuarios a toda velocidad cuando el italiano Orsato marcó el final del primer acto y España se marchaba al descanso sin tener un disparo entre los tres palos por segundo partido consecutivo.
La parsimonia del fútbol de España es un miasma soporífero. Y de los bostezos quiso escapar Luis Enrique en el segundo tiempo con varios cambios, pero con una constante: Álvaro Morata de nueve.
Aunque antes Unai Simón debía volver a vestirse de héroe. El meta español vivió una jugada 'in extremis' en un mano a mano con Cristiano Ronaldo, pero hoy al luso no le salía nada y a Unai le salía todo.
Simón tuvo un achique de manual para cerrar el ángulo de disparo de Cristiano, cuya intención fue cruzar el remate al palo más alejado de Unai, pero el arquero del Athletic le leyó las intenciones y la paró.
Esa última parada permitió a España sobrevivir, pero aún necesitaba un gol para avanzar al Final Four.
Después de aquella intervención, Simón vivió el último tercio del partido contemplando desde la frontal del área la mejora final de España con los cambios que fue introduciendo Luis Enrique.
Cuando vio entrar a su compañero de club, Nico Williams, le lanzó un par de gritos de ánimo con él Luis Enrique albergaba la esperanza de una jugada para salvar el partido.
El sacrificio de Unai Simón permitió a España llegar viva al final del encuentro y rematarlo con el gol de Morata servido de cabeza por el pequeño de los Williams para darle a España su primera victoria en suelo luso en 19 años.
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