Los Angelinos de Los Ángeles han sido oficialmente eliminados de la contienda por los playoffs en la División Oeste de la Liga Americana, marcando el fin de otra temporada decepcionante para la franquicia. Con esta eliminación, los Halos extienden su sequía de postemporada a 11 años, la más larga actualmente en las Grandes Ligas y la tercera más prolongada en los deportes profesionales de Norteamérica.
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Récord negativo por décima vez consecutiva
La debacle se consolidó tras ser barridos en una serie de cuatro juegos, lo que selló su décima temporada consecutiva sin un récord ganador. Este patrón de bajo rendimiento se ha convertido en una constante para el equipo, que año tras año repite fórmulas sin éxito. La falta de resultados ha generado frustración entre los fanáticos y cuestionamientos sobre la dirección deportiva de la organización.
Y cuesta creer, que una franquicia que en algún momento tuvo en su lineup a Mike Trout y a Shohei Ohtani ni con un mánager de tanta experiencia como Ron Washington, no se hayan podido quitar el sello de equipo perdedor con el pasar de los años.
Cifras alarmantes: 62 ponches en una sola serie
Uno de los aspectos más preocupantes de esta última serie fue el desempeño ofensivo. Los Angelinos acumularon un total de 62 ponches en los cuatro encuentros, incluyendo 18 en el último juego. Esta cifra no solo evidencia la falta de contacto efectivo, sino también una desconexión general en el enfoque al bate. La ofensiva, que alguna vez prometía ser explosiva, se ha convertido en una de las más inconsistentes de la liga.
Recurso extremo
La desesperación por encontrar soluciones llevó al equipo a utilizar a su sexto jugador de posición como lanzador esta temporada, una medida que refleja la falta de profundidad en el cuerpo de pitcheo. Este tipo de decisiones, aunque ocasionalmente necesarias, suelen ser indicativas de una gestión ineficiente y de un roster mal estructurado.
Un producto que no convence
La falta de evolución en su modelo operativo y la repetición de errores han condenado al equipo a la mediocridad. Con una base de seguidores cada vez más impaciente, la franquicia enfrenta una encrucijada: continuar con su fórmula fallida o reinventarse para volver a competir en el más alto nivel.