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MLB: ¡Para la historia! Clayton Kershaw y el “pequeño” detalle que salvó su carrera en Grandes Ligas

Antes de convertirse en múltiple ganador del Premio Cy Young, la superestrella de los Dodgers de Los Ángeles tuvo múltiples apremios

Domingo, 12 de mayo de 2024 a las 11:37 pm
MLB: ¡Para la historia! Clayton Kershaw y el “pequeño” detalle que salvó su carrera en Grandes Ligas
Foto: Referencial
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En una tarde de mayo de 2009 en Filadelfia, siete semanas después de cumplir 21 años, Clayton Kershaw entró en la oficina del mánager visitante en el Citizens Bank Park. Una noche antes, los Phillies lo habían puesto en la picota, anotándole 4 carreras en 5 entradas, beneficiándose de la recurrente incapacidad de Kershaw para lanzar strikes. Él comprendió lo que significaba una invitación para sentarse con el dirigente, pero sospechaba que iba a ser degradado tal vez de la rotación, tal vez del propio equipo. Joe Torre tenía otra idea en mente. Decidió organizar una intervención.

Con 7 salidas en su segunda temporada, el zurdo se tambaleaba al borde de un regreso a las Menores. Las salidas fuera de temporada de los veteranos lanzadores Derek Lowe y Brad Penny crearon una vacante. Kershaw respondió con efectividad de 5.21 a mediados de mayo. Mostró las mismas cualidades enloquecedoras de su año de novato. Su bola rápida chisporroteaba y su curva hacía ojitos, pero no lograba dominar ninguna de las dos. Su cambio seguía sin funcionar.

 

 

En este sentido, Ned Colletti sugirió un regreso a las granjas. Torre pidió extender Kershaw un poco más, el serpentinero recordó a Torre a sus antiguos jugadores de medio campo en el Bronx. Al igual que Derek Jeter, como Robinson Canó, el mánager apreció cómo Kershaw manejó la desgracia. Se merecía una oportunidad de crecer en las Mayores.

La oportuna intervención a Clayton Kershaw

Dentro de la oficina de Torre, Kershaw se sentó con su piloto, el coach de pitcheo Rick Honeycutt y el coch de bateo Don Mattingly. Kershaw había aparecido en 28 partidos del Big Show; los tres entrenadores se habían combinado para jugar en 53 temporadas en Grandes Ligas. Torre pensó que su sabiduría colectiva podría abrirse paso y lanzó una pregunta a Mattingly.

"Si Clayton estuviera lanzando hoy", comenzó Torre, "¿cómo lo enfrentarías?".

Mattingly había sido uno de los mejores bateadores de su época, Donnie Baseball en el Bronx, 6 veces All-Star y 9 veces Guante de Oro en primera base. Desenrolló un informe de scouting devastador. Explicó que cortaría el plato por la mitad porque sabía que Kershaw sólo lanzaba hacia el interior. Ignoraría la bola curva, porque sabía que el lanzodor no podía dominarla. Ignoraría el cambio, porque sabía que Kershaw no confiaba en él. Se centraría en el lanzamiento interior y esperaría a que se calentara. "Tiene un lanzamiento", explicó Mattingly. "Golpea la bola rápida. No es tan difícil".

Torre abrió la palabra a Kershaw. "¿Sabes lo que tienes que hacer?" dijo.

"Lo sé", dijo el escopetero. Había estado escuchando acerca de esto durante semanas. Meses. Toda su breve carrera en Grandes Ligas, en realidad. "Necesito lanzar mi curva para strikes".

Torre fue paciente pero firme. Los entrenadores apreciaban la obstinación del chico. Todos los grandes, pensaban, exhibían cierto nivel de desafío, cierta negativa a desviarse de su brújula interna. "Así es como han llegado a ser buenos", explicó Honeycutt. "Son obstinados en su creencia, y en su creencia en sí mismos". Kershaw tenía la oportunidad de ser uno de esos. Pero aún no lo era. Para florecer, explicó Torre, necesitaba adaptarse.

"Tienes que averiguar un tercer lanzamiento", le dijo.

Había escuchado este mantra desde que los Dodgers lo reclutaron. El cambio le molestaba, no podía hacer que el lanzamiento se ajustara a su nivel.

Creía que no era por falta de esfuerzo. Cuando lanzaba su recta y su curva, su muñeca izquierda se movía de forma natural sobre su cuerpo. Para lanzar el cambio, tenía que mover la muñeca en la otra dirección, un proceso llamado pronación. "No puedo pronar", explicó Kershaw. "No sé cómo hacerlo". Sin embargo, siguió intentándolo durante toda la primavera de 2009, a instancias de la organización. Se suponía que los zurdos debían lanzar cambios y Kershaw aspiraba a ser el mejor lanzador zurdo posible.

 

 

Para los Dodgers, 2009 fue un año de transición. Las decisiones tomadas por McCourt y su esposa, Jamie, tendrían consecuencias nefastas para el equipo en los años venideros, pero en la primavera de 2009 aún reinaba la tranquilidad. En ese primer año, Honeycutt conectó a Kershaw con Sandy Koufax. "¿Cómo no hacerlo?" recordó Honeycutt quien tenía curiosidad por saber si Kershaw podría replicar algunos aspectos de la ejecución de Koufax, la famosa catapulta que lanzaba su recta y su curva. El hombre le dijo a muchacho las claves de su movimiento, como anclar su pierna izquierda a la goma, su cadera derecha impulsándole hacia el plato.

Las acciones no fueron naturales para Kershaw. Irradiaba insatisfacción con el proceso y su frustración era evidente para Randy Wolf, un amable zurdo veterano de 10 años fichado para completar la rotación. Un día, en la sala de pesas, Wolf animó al joven a confiar en sus instintos. "Una cosa que he aprendido", le dijo, "es que realmente no se aprende de los fenómenos".

Nadie podía ser como Koufax, le explicó, pero Wolf había estado el tiempo suficiente y visto lo suficiente de Kershaw, para reconocer algo más. En 15 años, continuó Wolf, habría niños que levantarían las manos y los pies con un movimiento fluido y harían una pausa antes de explotar hacia el plato. Intentarían imitar a Kershaw. Y fracasarían. "Porque eres un fenómeno", le dijo.

Clayton cumplió 21 años esa primavera y su obstinación juvenil era menos divertida cuando se trataba del juego. Como nunca tomaba atajos, porque confiaba en el ciclo de 5 días, pensaba que sabía más. Después de una mala salida en el Dodger Stadium, se dirigió al aparcamiento con Mike Borzello y le pidió un diagnóstico. "No puedes lanzar una curva para un strike", dijo Borzello.

Cuando fallaba con la curva, siempre volvía con una recta, que era tan especial que ni siquiera los bateadores de las Mayores podían manejarla. Pero podían lanzarla, aumentar el número de envíos y esperar a que cometiera un error. Borzello sugirió a Kershaw que lanzara un tipo diferente de curva, una que sacrificara parte de ese hermoso movimiento a cambio de una que pudiera aterrizar de forma fiable en la zona de strike. A Kershaw no le gustó esa idea.

"Siempre he lanzado mi curva de una manera", dijo. "Siempre la he lanzado tan fuerte como he podido".

Borzello se rió entre dientes. "¿Contra quién? ¿Chicos de secundaria? dijo  A este nivel, le explicó, los pitchers abridores necesitaban lanzamientos fuera de velocidad que pudieran controlar. Borzello le advirtió de las consecuencias. "Si no puedes hacer eso aquí, entonces no vas a sobrevivir", dijo. "Serás un relevista".

Las reflexiones de Clayton Kershaw

Después de reunirse con Torre, Honeycutt y Mattingly después de varias semanas de ser castigado, el chico entendió lo que estaba en juego. Se negó a jugar con su curva. El cambio se le escapó. Eso le dejó otra opción. Le preguntó a Honeycutt sobre un slider.

En su extenso tiempo como serpentinero Honeycutt había aprendido el agarre de su slider del ex lanzador de los Yankees Mel Stottlemyre. Ese era un lanzamiento sencillo, menos pintoresco que una curva, pero más fácil de dominar, que rompía hacia abajo y se alejaba hacia el lado del guante del lanzador. El agarre era similar al de una bola rápida de cuatro costuras, con los dedos índice y medio superpuestos en la costura roja de la bola y el dedo anular anclado a unos centímetros de distancia. Para hacer que la bola se moviera, el lanzador rotaba los dedos, muy ligeramente. Koufax enseñó a Honeycutt cómo el uso de puntos de presión reforzaba el efecto. Koufax creó un tornillo de banco entre su dedo medio y el nudillo de su anular. Lo llamó "enganchar la costura".

En la primavera de 2009, mientras Kershaw buscaba un tercer lanzamiento para estabilizar su carrera, Honeycutt se ofreció a transmitirle lo que había aprendido. "Clayton era un poco terco al respecto", recordó Torre. "Pero él simplemente amaba a Rick Honeycutt". Kershaw no necesitaba algo que dejara boquiabiertos como su curva. Sólo necesitaba algo que pudiera lanzar para strikes.

Honeycutt mostró el agarre de su slider y predicó los principios que aprendió de Koufax, especialmente el punto de presión. Le dijo a Kershaw que enganchara su dedo medio profundamente en la costura. "Quiero que sientas que estás tirando hacia abajo, no a través de la bola", enfatizó. Kershaw sostuvo la pelota en su mano izquierda e imitó el agarre. A diferencia del cambio, el slider no le obligó a pronar. Su muñeca se movió como lo hizo con sus otros dos envíos.

 

 

Descubrió que lo único que necesitaba era potencia. Enviaba el lanzamiento tan fuerte como podía y el agarre se encargaba del resto. Lo probó entre sus salidas y le gustó la forma, pero no estaba seguro de estar listo. Había tanta gente en su oído (Honeycutt, Torre, Borzello, incluso Wolf). "El slider va a ser mucho más fácil de comandar", le dijo Wolf.

Por su parte, A. J. Ellis señaló que Clayton “Es un oyente tardío. Escucha lo que dices. Porque es una persona testaruda (probablemente otro atributo que lo hace grande), pero también hace que sea un placer trabajar con él. Pero se da cuenta de las cosas".

El serpentinero atrasó la implementación del lanzamiento unas semanas. El 17 de mayo, en su primera salida después de la reunión en la oficina de Torre, llevó un no-hitter hasta la 8va entrada contra Marlins de Florida. La oferta parecía lo suficientemente grave como para Honeycutt se agachara en el clubhouse Land Shark Stadium y llamó a Colletti para obtener instrucciones, este insistió en que Honeycutt tenía que intervenir a partir de cierto número de envíos. El juego evitó cualquier controversia. Kershaw cedió un doble en el 8vo y salió inmediatamente. Honeycutt y Torre exhalaron y efusivo después el mánager dijo: "Tiene el dominio de Koufax”.

Pero cinco días después, Kershaw dio un paso atrás. Dio 4 boletos en 5 entradas contra Angelinos de Los Ángeles. En Colorado, los Rockies anotaron 3 en 6 tramos. "Se notaba que estaba descontento", recordó Wolf. "No importaba cómo lanzara, se notaba que decía: 'Vale, puedo hacerlo mejor'". Después del partido en Coors Field, los Dodgers volaron a Chicago. Borzello estaba recibiendo a Chad Billinglsey en el bullpen cuando Kershaw se acercó. Billinglsey terminó y Kershaw le pidió a Borzello que se quedara.

"Tengo un slider", dijo. "Quiero que lo veas".

Borzello entendía cómo un pequeño cambio podía transformar una carrera. Y si el lanzamiento apestaba, no temía decirlo. Kershaw puso cara inquisitiva, buscando aprobación. "Hazlo otra vez", dijo Borzello.

El lanzamiento determinante

Arriba. Abajo. Romper. El segundo deslizador trazó el mismo curso. Jesús, pensó Borzello. Kershaw repitió su lanzamiento y repitió el resultado. Sintió el control que anhelaba, la sensación que se le escapaba con su curva. La bola iba donde él quería que fuera. "Podía fallar un poco y seguir cerca", recordó. Después de unos cuantos más, Clayton pidió a Borzello su opinión. "¿Me estás tomando el pelo?" dijo Borzello. "Si puedes hacer eso fuera de un montículo, eso es estar listo para el juego". Kershaw parecía inseguro. Era difícil imaginar que había conjurado un nuevo tercer lanzamiento tan rápidamente. "Ya veremos", dijo.

Borzello no fue el único espectador afortunado ese fin de semana en Wrigley Field. Una lesión creó una vacante temporal en el róster para A. J. Ellis. Había estado trabajando duro en las Menores. Un día después de que Kershaw probara el slider, Borzello llamó a Ellis a un lado. Necesitaba que este viera la sesión de bullpen y analizara el nuevo lanzamiento. "¿Me va a dejar?" preguntó Ellis.

Cuando Kershaw volvió al bullpen, Ellis se agachó detrás del plato. Honeycutt vigilaba a Kershaw. Borzello estaba junto a Ellis. Cuando llegó el primer slider, Ellis miró a Borzello, incrédulo. "¿Qué te dije?" dijo Borzello. La bola siguió desapareciendo. Desde lejos, el lanzamiento no parecía gran cosa. De cerca, era una maravilla. "Es difícil de explicar a menos que lo hayas cogido", recordó Borzello. "Es difícil porque no ves el efecto". El receptor y el instructor mantuvieron el diálogo, preguntándose si podían creer lo que veían sus ojos. Incluso Honeycutt, un observador mucho más reservado, registró su aprobación. Esta podría ser la respuesta al problema de Kershaw, el lanzamiento fuera de velocidad que podía aterrizar para strike y lanzar cuando se quedaba atrás en la cuenta. "Era exactamente lo que intentábamos hacer", recordó Honeycutt.

El grupo se reunió después de que Kershaw terminó de lanzar. "¿Qué tienes en el slider?" Kershaw le preguntó a Ellis. "Está listo para el juego", respondió.

Kershaw ya podía esconder la bola utilizando el lanzamiento que le enseñó Skip Johnson. El ángulo de su brazo, combinado con el agarre que Honeycutt le enseñó, creó un arma que pocos lanzadores podían emular. "No me canso de repetir lo singular que es su slider en comparación con el resto del beisbol", recuerda Honeycutt. La singularidad de su envío abrió otra puerta para él. Tenía algo que nadie más tenía. Los bateadores se basaban en la memoria muscular. Sus ojos reconocían el lanzamiento entrante y su cuerpo reaccionaba. Pero, ¿qué ocurría cuando se enfrentaban a algo que no podían reconocer?

 

Fuente: Los Angeles Times

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