Gulliermo Liñares
Colombia ha sido, históricamente, un país que vive por el fútbol. El país vecino ha contado con innumerables figuras en el mundo del balompié: René Higuita, Carlos Valderrama, Faustino Asprilla, James Rodríguez, Radamel Falcao, entre otros. El deporte rey forma parte de su cultura, tienen clubes campeones de Copa Libertadores como Atlético Nacional o el Once Caldas, que presumen en sus vitrinas de éxitos internacionales, y su pueblo está acostumbrado a seguirlo con devoción y pasión.
Eso es una realidad. El fútbol ha servido en Colombia como un elemento unificador, es el deporte por excelencia. Aunque claro, hay otras disciplinas como el ciclismo. ahora que tienen a Egan Bernal, más, que también despertaron interés por una cosa tan primitiva, pero que siempre atrae al público: la victoria.
El triunfo seduce y convence. Por eso, ahora que Caimanes de Barranquilla, equipo que ya ha sido 12 veces campeón de su país, se alzó con el título de la Serie del Caribe, no es de extrañar que se desate algún tipo de "boom" beisbolero tal como sucedió en Venezuela cuando los Héroes del 41' conquistaron La Habana en aquel mundial. Sería positivo para la pelota y para Colombia. Más allá de que erradicar una costumbre deportiva no es sencilla, sí pudiese llamar la atención de aquellos que quizás miraban la competición con extrañeza. Como una "rara avis" dentro del dominio balompédico.
El equipo saurio no es cualquier club. Tienen peloteros que pertenecen o han pertenecido al sistema de MLB como Harold Ramírez, Sandy León, venezolano, por cierto, Dilson Herrera o prospectos como el taiwanés Tsung - Che Cheng. Ese talento fue determinante para alzar la corona caribeña. Y si añadimos que hay otros como Reynaldo Rodríguez, MVP de la serie, que aportan siempre en los torneos invernales, encontramos una sólida estructura que supo jugarle a nóminas en teoría más poderosas como Cibao o Magallanes.
Su picheo fue el mejor de todos: tuvieron efectividad colectiva de 1.67 en la primera ronda y 1.48 como promedio en toda la competición, le permitieron apenas una carrera a los Navegantes del Magallanes en semifinales (con casi no hitter de Elniery García) y en la final dejaron a la poderosa ofensiva de Quisqueya en una sola rayita. El juego del beisbol se llama picheo, y Caimanes, con una gran actuación de su cuerpo monticular, lo hizo prevalecer más que nunca.
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El beisbol es una disciplina en el cual atreverse a dar un pronóstico es presentar un alto riesgo de fallar porque siempre te deja mal. Por algo se comenta que la mejor manera de quedar mal es vaticinar un resultado o augurar a un campeón.
Esto se demostró con Caimanes nuevamente, porque antes de iniciar la edición de Santo Domingo nunca una representación cafetera había ganado un encuentro en la Serie del Caribe, y porque cuando se repara en comentarios denigrantes estilo "cómo te va a ganar un equipo de Colombia" o "hasta perdemos con un país que no sabe nada de pelota", es el primer paso para fracasar. Subestimar al rival nunca es bueno. Nunca.