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Salvador Pérez: El "súper tremendo" que quería ir a la Universidad

Harold Capote Fernández | @batesbeisbol

Si existe un término para definir la temporada 2021 de Salvador Pérez en las Grandes Ligas, esa sería: monstruoso.

Desde abril hasta septiembre su rendimiento fue constante y explosivo en el máximo nivel de esta disciplina, al punto tal que volvió añicos tanto el récord de más cuadrangulares en un torneo para un receptor de la Liga Americana, como el de las Mayores en general.

Salvy dejó atrás los nombres de dos integrantes del Salón de la Fama: Carlton Fisk y Johnny Bench. Semejante desempeño es imposible que pase debajo de la mesa, por esa razón él, con toda propiedad, es el Atleta Meridiano 2021.

Con motivo de este nuevo reconocimiento al mejor receptor venezolano de todos los tiempos, de manera amena, genuina e hilarante, conversamos con él y conocimos más sobre el hombre fuera de los diamantes, de esos primeros pasos dados en la infancia allá en su terruño carabobeño.

Los inicios

Como muchos de los hombres que eligieron ser beisbolistas, Salvador Pérez comenzó a jugar pelota a los cuatro años de edad, pero la diferencia raidica en que unos lo hicieron por un amor innato a la disciplina, mientras él lo hizo “solo por diversión”.

Reconoció que en su infancia era “súper tremendo”, razón por la cual su mamá lo inscribió en una escuela de beisbol menor llamada Goodyear, luego a los siete pasó a Firestone. Desde ese punto comenzaron dos historias paralelas entre sus estudios y el deporte de los bates, guantes y pelotas.

En todo ese periplo el propio Salvy agregó que seguía en la pelota “por diversión”, en su mente, en sus metas, no visualizaba entablar una carrera como pelotero profesional:

“Yo quería estudiar, quería hacer una carrera universitaria, incluso a los 10 años ya sabía que quería hacer, nunca pensé que iba a ser jugador”.

A pesar de participar en competiciones estadales, nacionales e incluso un panamericano, en los sueños de aquel muchacho las Grandes Ligas no figuraban como una meta.

Dicen que el tiempo de Dios es perfecto, y a sus 15 años llegó un punto de inflexión que cambiaría su vida para siempre. Su talento para este deporte era enorme, solo requería avanzar más y ser canalizado del modo más apropiado, fue en ese tiempo cuando a su madre le indicaron que él podía hacer más:

“Deja que lo intente”, le comentaron a ella en aquel entonces. “Ahí comencé a entrenar y al cabo de un año me firmó Kansas City”, contó.

Salvador el tercera base y campocorto

Justo antes de esa firma, el grandeliga recordó que jugaba a muy buen nivel en las posiciones de la antesala y las paradas cortas. Sin embargo, ahí se presentó otro de esos momentos que marcan un antes y un después.

“Durante el tryout un scout de los Reales me quería ver detrás del plato, me dijo tira a segunda y lo hice, luego de eso me indicó que tenía un año para entrenar en esa posición”.

Las aptitudes de este valenciano, nacido el 10 de mayo 1990, eran de tal magnitud que ese mismo scout se convenció de las capacidades del quinceañero al momento de batear y correr, por lo cual solo quería ver qué tanto progresaba el chico en la posición más difícil de esta disciplina.

El hombre positivo y de autoestima

Para cualquier actividad que se desempeñe, es muy importante tener confianza en las cualidades. Esto siempre ha caracterizado al hoy mejor receptor de las Mayores, quien sin vacilar aseguró que su firma, bien fuera con Kansas City u otra organización, se hubiese dado en una posición distinta a la receptoría:

“Por supuesto, tengo que decir que sí, era yo pues (risas), igual hubiese firmado como campocorto o tercera, aunque por mi contextura física actual seguramente me hubiesen movido a la inicial por ejemplo”.

Precisamente en esa posición, la primera base, fue en la cual destacó el ídolo, el modelo a seguir en la pelota de Salvador Pérez: Andrés Galarraga. “Yo decía, quiero ser como el Gran Gato”, rememoró.

Del mismo modo él mantiene los pies en la tierra, sabe que es un ser humano y reconoce que en ocasiones viviremos momentos a la baja. “Como cualquier persona he tenido malas rachas, no solo en el beisbol. En el día sale el sol y en la noche la luna, nunca me rindo, no soy de las personas que decaen, que se rinden”.

¿Entonces podemos decir que las ha visto más feas y se han casado?

Totalmente (risas) claro que sí. Esa esta buena, no me la sabía, ya la anoto (risas).

Familia: pilar de éxitos consecuentes

Los logros de Salvador se deben del todo a la solidez familiar. Confeso que a pesar de no haber contado con la figura paterna constante, su mamá y abuela hicieron una extraordinaria labor al criarlo, al ofrecerle lo que más necesitaba y enseñarle la disciplina como principal virtud en la búsqueda de nuestros proyectos.

“No tuve la oportunidad de criarme con mi papá, aun así lo amo, lo adoro, pero igual agradezco a Dios por haberme criado con mi mamá y mi abuela, ellas son las salvadoras de Pérez, son mis pilares”, exclamó.

Sensibilidad social

Para un hombre que viene de abajo, que vivió una etapa de carencias materiales y que como resultado de su arduo trabajo ha alcanzado las estrellas, es importante mantener la humildad, virtud esta que siempre abrirá las puertas.

Así es Salvador Pérez, quien no olvida de dónde viene, y sabe perfectamente las dificultades de toda índole que puede atravesar un niño y sus familiares en la búsqueda del sueño peloteril. Por esta razón desde hace varios años creó la escuela de beisbol menor que lleva su nombre:

“Mi mamá es la presidenta, mis sobrinos y familiares se encargan de ella. Cada dos años hacemos donaciones que incluyen calzado, uniformes e implementos para jugar al beisbol. Yo sé lo difícil que puede ser adquirirlos, yo pasé por eso y en estos momentos comprarlos es realmente complicado para muchas personas, por eso desde hace años tomé esta iniciativa (…) Anualmente recibimos a 20 niños entre 3 y 14 años, hoy tenemos a 197”, precisó.

Salvador fuera de los diamantes

Como cualquier mortal, el dorsal número 13 de los Reales de Kansas City tiene otros gustos, intereses y actividades que no forman parte de su profesión.

Detalla ser un "fiebrúo" del jugo Cadbury, pero también dedica su tiempo, concluida la actividad en Grandes Ligas, a atender su negocio e ir al mar.

“Amo el agua, me encanta estar, vivir en la playa. En un bote soy feliz”, expresó sonriente.

¿Qué vendrá después del beisbol?

Para muchos peloteros, el momento del retiro resulta emotivo e incluso difícil de aceptar. Otros, aunque admiten que esta faena abarca mucho del tiempo para compartir con sus familiares, hacen carrera como técnicos inmediatamente finalizada la etapa como jugador.

“No siempre voy a ser pelotero”, apuntó Pérez, por eso anhela al menos un año para dedicarse por completo a los suyos:

“Nosotros (los beisbolistas) nos perdemos cumpleaños de los hijos, graduaciones, reuniones familiares de importancia. Por eso quiero tomarme un par de años para poder llevar a mis hijos a la escuela, hacer actividades deportivas con ellos, salir a comer los fines de semana. Por mi carrera mi esposa ha tenido que ser madre y padre, mi deseo es atender a mi familia al 100%”, confesó.

Salvy no solo es un atleta natural. TIene vocación para la enseñanza y por eso antes de la pelota, su sueño era ser profesor de educación física. Al dejar de jugar, puede dar inicio a la concreción de ese primer anhelo. “Me gusta el deporte por eso cuando muchacho quería viajar a los Estados Unidos, para ser entrenador de algún pelotero profesional”, recordó.

Significado de ser el Atleta Meridiano del Año

A sus 31 años, la vitrina de logros de Salvador Pérez es muy extensa, mucho más que la de otros buenos peloteros tuvieron a su edad. Para él ya son cinco guantes de oro, cuatro bates de plata, siete Juegos de Estrellas, un anillo de Serie Mundial, un Premio Luis Aparicio y ahora el Atleta Meridiano del Año, este revestido de una distinguida importancia para él.

“Es súper importante, si puedo ganar todos los premios cada año con gusto los voy a recibir pero así no es la vida. Estoy muy contento de estar aquí recibiendo este porque lo he dado todo por el todo, el trabajo ha valido la pena, eso me motiva para seguir luchando”, expresó

Cada venezolano es el mejor”

Para quienes viven en la era de la pelota, existen motivos suficientes para sentirse afortunados de ser parte de ella, de poder apreciar el talento de la amplia legión venezolana en el mejor beisbol del mundo, que incluye al mejor receptor dado por esta tierra.

Aunque el retiro luce en el lejano horizonte, inevitable es pensar quién podrá calzar la mascota dorada de Salvador. Esta interrogante él la asume con absoluta humildad y reconocimiento para sus paisanos.

“Para mí cada venezolano en Grandes Ligas es el mejor, cualquiera que se lo proponga, que trabaje, que mantenga el enfoque y que cuente con la bendición de Dios, fácilmente puede ser mejor que Salvador Pérez, los récords están para romperse”, manifestó.

“En el caso de la familia Contreras (Willson y William), cómo se sentirán sus padres por tener dos hijos que están en el máximo nivel y que además juegan la misma posición”, preguntó.

“Que especial debe ser poder enfrentar a tu hermano en las Grandes Ligas, es una de las cosas más bonitas que yo haya podido ver”, concluyó.

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