Esta semana un trágico tiroteo sacudió un rascacielos en Midtown Manhattan, escenario que alberga la sede de la NFL. El agresor, identificado como Shane Devon Tamura, de 27 años y exjugador de fútbol americano en secundaria, dejó una nota suicida en la que culpaba a la liga por padecer lo que denominó “ETC” —una referencia equivocada al término “CTE”, enfermedad neurológica degenerativa vinculada a traumas repetidos en la cabeza.
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¿Qué es realmente el CTE y por qué el agresor lo citó?
Chronic Traumatic Encephalopathy (CTE) es una enfermedad cerebral degenerativa que se desarrolla tras múltiples golpes de diversa intensidad en la cabeza, como concusiones o impactos subconscientes repetidos, especialmente comunes en deportes de contacto o en combate militar. En el caso de Tamura, aunque solo jugó a nivel de secundaria, su nota mencionaba a destacados investigadores como la Dra. Ann McKee y señalaba una supuesta conspiración de la NFL para ocultar los peligros de las lesiones cerebrales en el fútbol.
La literatura científica indica que el CTE solo puede diagnosticarse tras la muerte, mediante autopsia cerebral, ya que no existen pruebas definitivas mientras la persona viva. Tanto Tamura como otros afectados en el pasado solicitaron que su cerebro fuera estudiado después del suicidio —forma en que la única manera de confirmación es posible.
Los síntomas asociados incluyen deterioro cognitivo progresivo, alteraciones emocionales graves (como depresión, impulsividad, agresividad), pérdida de memoria, y en fases avanzadas, demencia y trastornos del movimiento. Sin embargo, aunque estos síntomas pueden aparecer en muchos individuos con CTE, la ciencia aún no ha podido establecer una relación directa y exclusiva entre CTE y actos de violencia grave o homicidio.
CTE y el contexto del ataque: realidad vs percepción
Tamura, quien nunca llegó a jugar al nivel universitario o profesional, alegó sentir que la NFL priorizaba ganancias sobre la seguridad cerebral de sus jugadores, un argumento reflejado en demandas y debates públicos desde principios de los 2000, año en que investigaciones asociaron al menos a 96 % de cerebros de exjugadores con CTE.
Ese nivel de visibilidad pública de la enfermedad condujo a la NFL a aceptar la conexión con las lesiones cerebrales en 2016, instaurar protocolos de conmociones, mejorar protección en equipos y enfrentar demandas multimillonarias —incluyendo un acuerdo de más de mil millones de dólares con exjugadores afectados.
La nota del atacante remite también a casos famosos de suicidios con mención de CTE, como los de Junior Seau o Terry Long, quienes optaron por dispararse al pecho para preservar el cerebro, tal como hizo Tamura.
No obstante, expertos insisten que aunque existe correlación entre CTE y comportamientos extremos, no se ha demostrado causalidad directa. Muchas personas con CTE no cometen actos violentos y otros con violencia no presentan evidencia de la enfermedad.