El 18 de octubre de 1977 es una de las fechas más representativas en la historia de las Grandes Ligas; en la noche de esa jornada se desarrolló el sexto juego de la Serie Mundial entre Dodgers de Los Ángeles y Yankees de Nueva York. En el hogar de los Mulos Reggie Jackson vivió una de las más memorables exhibiciones de poder jamás vistas.
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Alineado como cuarto bate y jardinero derecho, el dorsal 44 de los Bombarderos del Bronx comenzó su inigualable manifestación jonronera en la cuarta entrada; los suyos estaban abajo en el marcador 3-2, ante Burt Hooton la saca por el rightfield, encontrando a Thurman Munson en circulación para voltear el marcador.
En la quinta, Elías Sosa fue el monticulista de los Dodgers y Jackson tampoco le perdonó, se la sacó por también por el bosque de la derecha, esta vez con Willie Randolph en una de las almohadillas, fabricando otras 2 además de despejar el camino de los Yankees hacia el título, así como el propio suyo como parte de una élite de las Mayores.
El cierre del octavo inning es inolvidable para cualquiera que siguió las incidencias de este partido, bien sea en el mismo escenario o por transmisión televisiva y radial.
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Ahí, el portentoso zurdo, de veloz swing, sacó el bate de modo salvaje para darse el tupé de botarla por la zona más lejana del parque, el jardín derecho, siendo en esa ocasión Charlie Hough su nueva víctima.
De este modo, Jackson condujo a los Yankees con 5 remolcadas a un triunfo de 8x4, dándoles además el título número 21 de su exitosa trayectoria.
Si, fueron tres jonrones en un juego, algo que en un Clásico de Otoño previamente solo lo había hecho nada más y nada menos que Babe Ruth, de paso dos veces ante los Cardenales de San Luis en los juegos cuatro de los careos de 1926 y 1928; luego les igualarían Albert Pujols en el partido 3 del 2011 contra los Rangers de Texas, así como Pablo Sandoval durante el primer duelo de la Serie de 2012.
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Lo que sigue haciendo única la hazaña de Reginald Martínez Jackson, es que solo él disparó 3 vuelacercas consecutivos al primer envío que vio en cada turno, sin dudas, uno de los acontecimientos más apoteósicos de la Gran Carpa, por eso él es el “Mr. October” del principal escenario del deporte de los bates, guantes y pelotas.