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El actor Ray Liotta se quedó dormido y no despertó más

Jueves, 26 de mayo de 2022 a las 11:31 am

Por William Guzmán P

Ray Liotta, que se hizo famoso en todo el mundo por sus personajes recios en películas como “Dominick and Eugene”, “Narc” y “Hannibal” falleció este jueves en República Dominicana, donde rodaba su próximo filme titulado “Dangerous water”. Se desconocen las causas de su deceso. Solo se supo que se encontraba con su prometida Jacy Nitollo, quien informó que el actor estaba durmiendo y no llegó a despertar más. Tenía 67 años de edad. Las autoridades iniciaron las investigaciones de su extraña muerte.

Oriundo de New Jersey, Liotta y abandonado por sua padres, fue adoptado siendo un niño. Sus padres -Alfred y Mary- siempre lo apoyaron en su deseo de ser actor, por lo que estudió drama en Nueva York. Saltó a la fama por su personaje en la comedia “Something wild” de 1986, a lo que le siguió un sólido papel en “Field of dreams” al lado de Kevin Costner. En 1990 la crítica lo aclamó por su trabajo en la película “Goodfellas” de Martin Scorsese, en la que compartió créditos con Joe Pesci y Robert De Niro.

Ray Liotta / ARCHIVO


Liotta encarnó a villanos y hombres de carácter fuerte, en fcintas como “Crossing over”, “Turbulence” y “Cop Land” -este último con Sylvester Stallone y de nuevo con De Niro-. Y a pesar de ese perfil en sus personajes, él mismo comentó que en la vida real era una persona apacible, en contra de todo tipo de violencia y que nunca se había peleado con alguien.

Sus más recientes trabajos fueron “The many saints of Newark” (la película-precuela de la exitosa serie de televisión “The Soparnos”) y la serie de Amazon “Hanna” (tres filmes que concluyó aún no se exhiben). En 1997 se casó con Michelle Grace, con quien tuvo una hija -Karsen- y de quien se divorció en 2004; hace dos años se comprometió con Niccolo, a quien se refería como “el amor de su vida”.

Irregular y magnético, su nombre quedará para la posteridad por un puñado de títulos y por el aura indefinible, entre salvaje y aniñada, que desprendía. Estaba en posesión del octanaje propio de las estrellas. Era capaz de robar un guión en apenas cinco minutos. Ni la ignominia de los papeles menores ni las cirugías que enmudecieron la flexibilidad de su rostro, empalidecen su ensordecedor legado.

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